“No hay ninguna gestión cultural que no parta explícita o implícitamente de un diagnóstico político e ideológico”, dijo el secretario de Cultura de la Nación, José Nun, en el Segundo Congreso Argentino de Cultura, durante la conferencia “Del mito de Protágoras a la crisis de Wall Street”. “Cuando hablamos de cultura, estamos hablando de los filtros que usamos para interpretar la realidad, del modo en que organizamos el caos, la manera en que le damos sentido a la sociedad”, explicó Nun, quien recordó, parafraseando a Rousseau, que “podemos ser hombres sin ser sabios, pero no podemos ser hombres si no participamos de la cultura”. Después de relacionar la cultura con el desarrollo, el secretario de Cultura dijo que Sócrates y Platón eran “enemigos convencidos” de la democracia. “Sócrates usa demos en el sentido de chusma, y considera que es absurdo que la chusma pueda gobernar la ciudad.”

Pasando del siglo V antes de Cristo al siglo XIX, Nun se detuvo en Hegel, “un filósofo que no vacila en hacer preguntas difíciles”, según lo definió el politólogo. ¿Qué pasa cuando las instituciones se vacían de contenido, cuando los hospitales no curan, las escuelas no educan y los partidos políticos no fomentan el debate?, se preguntó el secretario de Cultura. “Hegel debería haber nacido en la Argentina”, bromeó Nun. De filósofo en filósofo, Nun llegó a citar a Bacon, quien planteaba que la diferencia entre escribir sobre un papel, un pizarrón o sobre el alma humana es que “en el primer caso puedo borrar lo que estaba y escribir algo nuevo, en cambio en el alma hay conciencia de que se tiene que escribir sobre lo ya escrito”. “Schopenhauer dijo que el individuo puede hacer lo que quiere, pero el único problema que tiene es que no elige todo lo que quiere”, advirtió Nun. Y así, gambeteando entre el mundo griego, la modernidad y las crisis económicas recientes siguió Nun, a pura erudición.