La presentación en Power Point era bien básica, de manual escolar, con fotos de las maquetas de las casas que el gobierno de la provincia de San Luis entregará a los pueblos originarios de esa provincia. Roberto Tessi, el jefe del Programa de Preservación del Patrimonio Histórico-Cultural de la provincia de San Luis, estoico, escuchaba las quejas y los comentarios del público, indignado ante el cliché aborigen que se veía en esas maquetas. El cartel indicador de la mesa decía: “Diversidad cultural; las diferencias culturales y la igualdad de derechos”. Después de ver los techos de las casas burdamente ¡trenzados!, alguien dijo: “Parece diseñada por un arquitecto de Palermo Soho”. Una mujer preguntó: “¿Dónde está el fogón?” Claudia Herrera, representante de la comunidad huarpe Guaytamari, no tenía muchas ganas de confrontar con el funcionario de San Luis, pero se ganó un aplauso memorable cuando advirtió: “Estamos hartos de que piensen por nosotros y no nos consulten”. Cristian Alarcón se solidarizó con Herrera y duplicó la dosis de ironía que circulaba por el centro Cultural Virla. “Después de escuchar esto, me doy cuenta de que Lucio V. Mansilla, en Una excursión a los indios ranqueles, tiene una noción de diversidad superior al gobierno de San Luis.”