Afuera, la resonancia de la campana de la iglesia forma una curiosa banda de sonido con los fuegos artificiales. El humo de los choripanes hace de “efecto especial” y Jorge Palacios, de cantante... “Aquiiiiií, Cosquiiiiiín.” Adentro, mientras, el intendente del pago, Marcelo Villanueva, y Antonio Castillo Rama (teniente alcalde del Ayuntamiento de Cádiz) rubrican un acta de compromiso entre ambas comarcas. Cádiz se transforma, así, en la primera sede del festival en España... cosas de la globalización. Arranque de la tercera luna. Luego de una larga intro de danzas que va graficando la historia del país a través de sus bailes (primero el gato, después el pericón, el tango, el malambo, y así), suben Iñaki Urlezaga y compañía. Es baile sobre pistas. Tango de fantasía (algún viejo milonguero diría artificial) y el tiempo de actuación –40 minutos– es demasiado. Ya lunes, Juan Falú, con su habitual austeridad escénica –visible contrapunto con el bailarín–, se acomoda bien adelante, y solo, con su guitarra y el telón cerrado detrás, aprovecha a pleno sus 16 minutos. Toca una hermosa zamba suya (“Taficeño”), alguna más del acervo popular y el aplauso cerrado indica respeto. Después le toca al histriónico Leandro Lovato, y dos históricos (Argentino Luna + Ariel Petrocelli) le ponen la cuota “impoluta” a la jornada. Bien entrado el nuevo día, casi entre sus luces primeras, Luciano Pereyra cierra el convite con un show módico y melódico, para el bolsillo del caballero y, claro, la cartera de la dama.