Lunes, 9 de febrero de 2009 | Hoy
TELEVISION
Durante la entrevista, André repite una y otra vez que acaba de salir del dietista. ¿Obsesionado por la imagen? “Lo del dietista tiene que ver con poder estar sano. De todas maneras, siempre fui cuidadoso de la estética”, aclara. Y ejemplifica: “A los 17 años llegué a la Argentina solo y fui a parar a una casa de unos tíos en Bernal. Como la habitación estaba ocupada, me dijeron que tenía que dormir en el sofacama del living, lo cual no me molestaba. Lo único que me preocupaba era a dónde iba a colgar mi ropa para que no se me arrugase. Y como no había placard, puse un clavito en la pared y colgué mi percha con mi ropa, además de las sábanas que diariamente doblaba prolijamente. Empecé a trabajar en una oficina y me compré dos trajes, los cuales repasaba a diario y la tele se había vuelto brillosa de tanto darle y darle. Encima, eran de media estación: ¡en invierno me cagaba de frío! Pero si no hubiera sido actor, de todas maneras hubiera tenido la preocupación por la estética y la higiene”, admite. En efecto, el actor señala que durante las dos semanas en las que fue mecánico, nunca dejó de limpiarse las uñas. “Cuando falleció mi viejo –rememora–, nos fuimos a vivir a Asunción. Mi primo laburaba en una empresa importante y, como necesitaba trabajar, me creó un laburo para mí: me encerraron en un galpón donde había una especie de desarmadero de ómnibus Mercedes Benz. No sé si lo necesitaban o no, pero me hacían desarmar los asientos con un destornillador. Tenía 16 años y así estuve durante 15 días, hasta que el director de un curso de radiofonía me convocó para ser uno de los locutores del programa. Y ahí, por suerte, pude dejar la mecánica para siempre.”
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