Ernesto Lecuona fue un niño prodigio: dio su primer recital a los cinco años y a los trece realizó su primera producción orquestal. Junto a Gonzalo Roig y Rodrigo Prats, forma la trilogía más importante de compositores del teatro lírico cubano y, en especial, de la zarzuela. El aporte más significativo de Lecuona al género teatral fue la fórmula definitiva de la romanza, un tipo de composición musical sencilla y tierna. Algunas de sus obras más reconocidas son las zarzuelas Canto Siboney, Damisela encantadora, Diablos y fantasías, El batey, La flor del sitio, María la O y Rosa, la china; las canciones “Canto Carabalí”, “La Comparsa” y “Malagueña”; sus obras para danza, Danza de los ñáñigos y Danza lucumí; y la ópera El sombrero de Yarey (cuyo paradero se desconoce). En 1942, su Siempre en mi corazón fue nominada para el Oscar a la mejor canción. “En la Argentina no se conoce mucho a Lecuona. El estuvo en este país, vino contratado por una radio y tocó muchísimo en los ‘40”, rememora Viola, que en Karabalí... cuenta que “era tan grande que hasta los maestros lo llamaban maestro”.