El tábano socrático
Domingo Faustino Sarmiento escribió alguna vez que el escritor Eduardo Wilde “ha venido a salvar al país de la monotonía de lo recto y de lo estrecho”. Ese tábano socrático de la generación del ’80 escribió sobre gramática, filosofía, medicina, política, sociología, derecho, pedagogía, historia y también se dedicó a la literatura (su obra completa, editada después de su muerte, en 1913, abarca 19 volúmenes). En uno de sus mejores relatos sobre la niñez, Tini (incluido en Prometeo & Compañía), Wilde ironiza, ya a fines del siglo XIX, sobre el anquilosamiento de la gramática española:
Tini progresaba diariamente y su inteligencia tomaba formas caprichosas y trascendentales.
A la edad de cuatro años emprendió una reforma capital de la gramática, y atacó, desde luego, los verbos irregulares con un encarnizamiento incomparable.
No decía “hecho” por nada de este mundo, sino “hacido”; el verbo “jugar” en su presente del indicativo, era para él como sigue:
“Yo jugo,/ vos jugás,/ él juga,/ nosotros jugamos,/ ustedes jugan,/ ellos también jugan”.
En efecto, ya que el verbo no es “juegar” sino “jugar”. Tini tenía razón contra la Academia que permite una barbaridad tan inútil.
Nota madre
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