LITERATURA › LOS ESCRITORES ARGENTINOS OPINAN SOBRE LITERATURA
Escrito en primera persona
- Juan José Hernández: “De Borges ya no se puede hacer ninguna crítica, es intocable. ¿Por qué? Borges dice en un poema que las calles de Buenos Aires son las entrañas de mi alma o que fundaron la ciudad en el barrio de Palermo, yo, como tucumano, podría objetar que no comparto esa visión. Pero, además, está enterrado en Ginebra, no en Palermo. La admiración de Borges por el cuchillo y el pendenciero, además de ser una necesidad como narrador, respondía a la atracción que sienten por los seres marginales quienes nacieron en un hogar burgués, y especialmente culto, como en el caso de Borges. Cuando opinaba con malignidad, aparecía la cosa brillante en él, cuando Borges era bueno resultaba insoportable”.
- Leónidas Lamborghini: “Siempre hay un núcleo del establishment de la poesía que no te va a abrir la puerta ni por joda. Es la gente seria. Yo soy un bufón que está para controlar la locura del poder, como en El rey Lear de Shakespeare. El viejo está loco y a cada momento llama al bufón porque lo necesita para que le diga que no es un rey, que es un estúpido. ¿Cuántos tipos del poder tendrían que tener un bufón al lado para que no sigan haciendo macanas? Para mí, el personaje del gauchesco es un bufón, Martín Fierro es un bufón que le está diciendo al poder ‘ojo’. En la primera parte, Fierro bufonea y se va con los indios. En la segunda, en cambio, dice que hay que exterminar al indio porque cambia un genocidio por el otro: cambia el genocidio del gaucho por el del indio. Y entonces siempre estamos en el genocidio; ésta es una sociedad de genocidas, pero siempre es la juventud la que va al muere con estos viejos mentirosos, que como diría Byron, ‘luchan por su renta’”.
- David Viñas: “Nunca fui un profesional antiBorges. Lo que yo cuestiono es la canonización, situarlo a Borges en un espacio canonizado que lo hace intocable y que este carácter de intocable implica que se diluyan una serie de elementos muy legítimos y probablemente lo más valioso de la producción borgeana”.
n Fogwill: “Las boludas que están en la Facultad de Letras dan clases para chicos tontos; que escriban o den dos clases teóricas sobre Fogwill no es llegar a la Academia. Porque Puán no es la Academia... es Lacamierda. Puán me parece un cotolengo”.
- Griselda Gambaro: “El poder ha sido siempre masculino y creo que lo sigue siendo, basta con ver las reuniones de presidentes, en donde sólo encontrás una mujer como secretaria o como traductora. A mí me preocupa de qué manera asume la mujer el poder sin imitar a los hombres, cómo hace para que el poder sea una forma inédita de ejercicio, que no sea repetitiva de los grandes errores que se cometieron a lo largo de la historia. Ser mujer no garantiza nada”.
- Ricardo Piglia: “El último lector no es sólo el lector atrasado sino el desviado, el que lee lo que los demás ya leyeron y lo vuelve a leer mal. El lector tiene la capacidad de transformar lo que está leyendo en una línea vinculada con su propia experiencia. En la literatura es muy productiva la idea de una lectura que siempre es demasiado pasional para ser neutra y obedecer a la lógica escolar de lo que es leer bien, que es leer en calma, que es la escena a la que tendería la noción del ‘buen lector’. Aquí, más bien, es un lector que está en una situación de tensión e incertidumbre, y eso influye en la manera en que tiende a relacionarse con los textos. Yo creo que la literatura es un desvío. El Quijote, texto fundador sobre el cual volvemos todo el tiempo, es un ejemplo de alguien que lee de una manera excesiva”.