Hubiera sido el actor perfecto para incluirse en el boom local de sitcoms adaptadas, pero no se dio. Se lo podría imaginar a priori como el comediante ideal para situaciones de gag y remate rápido, pero apenas tuvo una participación como invitado en Casados con hijos de Telefé. Su sueño postergado sería el protagónico de Seinfeld, por qué no, a la que considera como “una sitcom que tiene que ver con uno mismo”. Se imagina en ese rol porque su humor –dice– es de ese perfil. “Conozco ese mundillo del monologuista, que retraté un poco en Felicidades. Allí Pablo Cedrón, el guionista de la película, transcribía algunas anécdotas reales de cuando yo iba a hacer humor en los countries. Era un payaso que hacía humor para poder dejar de serlo.”

–¿Le interesa el boom de sitcoms adaptadas?

–Me interesó La Niñera –dice Belloso–. Pero creo que las sitcoms las inventamos nosotros antes que los yanquis. En la TV de los ’60 había muchísimas cosas que se abandonaron y se perdieron. Había rasgos de sitcom en La Nena, en Gorosito y señora, en La Familia Falcón, especie de obras teatrales editadas. Es una tradición que cortamos, como pasó con el circo, rubro en el que teníamos a Marrone, Biondi, Carlitos Balá, hasta que en un momento importamos a los españoles Gaby, Fofó y Miliki, y luego no tuvimos nada. Hay algo que siempre se pierde en el camino.