Martes, 28 de julio de 2009 | Hoy
CINE
La pregunta que queda flotando al ver la imagen del asesinato es por qué Henrichsen siguió filmando después de los primeros disparos desde la patrulla militar. ¿El compromiso con su vocación pudo más que la necesidad de resguardar su integridad física? ¿Henrichsen pensó que era imposible que mataran a un periodista? Habegger habló con varios camarógrafos que estuvieron en situaciones de riesgo y le comentaron que “hay algo en un camarógrafo en una situación de riesgo: pierde la conciencia real del peligro. Es como si estuviera más allá de lo real, como si el camarógrafo que está en ese momento no fuera parte de esa misma coyuntura donde él está inmerso. Es como si estuviera escindido”, señala el cineasta. Según le contaron a Habegger, esa escisión hace que “no tomen real conciencia del riesgo: una cosa es la realidad y otra es la realidad captada por la cámara. Hombre y cámara en ese momento se funden y están más allá de la propia realidad que está captando”, analiza el director. “Obviamente también hay una cuestión de característica personal de arrojo, de sentirse totalmente compenetrado con lo que uno está haciendo. No creo que todos los camarógrafos hubieran actuado de la misma forma. Ahí creo que también hay algo que tiene que ver con las personalidad, con el carácter, con la decisión y con el compromiso”, concluye Habegger.
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