Mauricio Kartun trabaja obsesivamente los textos, pero dice que no es por manía personal sino por su concepción de la literatura dramática. Agradece haber tenido como maestro al dramaturgo Ricardo Monti, quien lo convenció de que la escritura tiene sentido poético y el autor es responsable de cada palabra y cada coma. Ala de criados es su cuarta dirección, rol sobre el cual insiste que no está recibido, que sigue siendo un autor que dirige: “No tengo los recursos, la destreza ni la solvencia profesional para resolver una escena como puede hacerlo un director profesional”. Asume que se halla en período de aprendizaje y que en esta instancia ha adquirido mayor audacia en la construcción literaria: “Cuando escribía pensando en un director hipotético, sentía necesidad de allanar el texto al gusto o la estética de ese o de otros probables directores. Era inevitable. Ahora escribo con mucha libertad, pero sufro más, y me desvelo. En la etapa de los ensayos me despierto a las 4 de la mañana pensando cómo resolver cada escena. Y fueron cinco meses en el caso de Ala...” También docente de dramaturgia, Kartun ha escrito cerca de treinta obras, entre originales y adaptaciones. Títulos como Gente muy así, El hombre da para todo, Chau Misterix, La casita de los viejos, Cumbia morena cumbia; Pericones, Sacco y Vanzetti, El Partener y Desde la lona, además de los ya nombrados. Premiado por sus trabajos, tiene taller propio y se desempeña como docente en la Escuela de Arte Dramático de la ciudad de Buenos Aires y la Universidad Nacional del Centro (de Tandil). Es autor de ensayos y guiones de cine (El viaje y La cruz del sur), y cuenta que este año organizó un seminario movilizador al desmontar de forma colectiva el proceso creador de Ala... Fue un descubrimiento: “Creía que en términos pedagógicos había agotado todos los modelos”, comenta. “Hoy me costaría mucho escribir sin ese campo de reflexión de los talleres. En las clases no enseño otra cosa que lo que sé y pruebo. Como lo que cocino y lo que enseño a cocinar.”