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Lunes, 28 de septiembre de 2009

La ficha

Alan Mills nació en Guatemala en 1979. Terminó la carrera de abogacía, aunque cuenta que todavía no hizo las pruebas finales. “Ese escape del derecho me convirtió en escritor. Flaubert decía que para hacer literatura había que leer el código civil. Estoy seguro que estudié derecho para sobrevivir en el mundo porque naturalmente soy ingenuo, por naturaleza soy tonto, no estaba hecho para ser abogado”, subraya el poeta, ensayista y traductor (inglés y francés), autor de Los nombres ocultos (2002), Marca de agua (2005) y Poemas sensibles (2005). “Hay un principio jurídico que es que nadie puede alegar ignorancia de la ley. Ese principio es el más impresionante porque todos son ignorantes de la ley, y no hablo de la ley jurídica, hablo de la ley cósmica, de cómo funciona el universo, de las leyes físicas. Si aplicamos el principio jurídico a la vida, nadie debería ignorar la física cuántica y la física de supercuerdas, cómo se integró la relatividad y el quántum para crear la nueva teoría. No deberíamos ignorar eso, pero lo ignoramos. No deberíamos ignorar la Divina Comedia, no deberíamos ignorar el Popol Wuj, que es otra de las leyes de la cultura, y lo ignoramos”, señala Mills. “El poeta presta el servicio de recordarnos que no hay que olvidarse de eso. Creo que de alguna forma yo encajé el derecho y la literatura por ahí.”

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