Mié 01.02.2006
espectaculos

TEATRO › OPINION

El artista como un testigo

› Por Jorge Graciosi *

¿Por qué Tute cabrero? Una historia que comenzó en los ’60 –años en los que yo era un niño– y despertó mi envidia por Juanjo Jusid, dueño de la génesis de Tute..., guión con el que hizo su ópera prima.

La vida, las circunstancias, el trabajo y la mesa de algún bar –siempre oportuno– me llevaron a estar cerca de Tito Cossa. Muchas veces le escuché decir que el artista es testigo del tiempo que le tocó vivir. Y a mí me tocó presenciar el “sálvese quien pueda”.

Por eso considero a Tute cabrero y su metáfora del empleado de oficina de clase media la obra más porteña de Tito.

Muchas veces, después de un ensayo, Tito me preguntó con un respeto que me perturbaba: ¿por qué le ponés tanto tango?

Porque lo siento así –le respondí–. La clase media que conocí y critiqué siempre es la de Buenos Aires.

Cuando comenzamos con este proyecto –en octubre de 2005– parecía todo muy difícil, pero la vigencia del texto, su solidez dramática y el gran equipo de trabajo encabezado por Jorge Rivera López facilitaron las cosas. Dicen –y aún no sé si estoy de acuerdo– que luego del estreno el espectáculo es de los actores. Si fuera así, lo merecen, porque estoy orgulloso del trabajo que han hecho.

Intercambiando correos con Jusid, nos confesamos no haber aprendido nunca a jugar al “tute”.

Nos espera una ardua tarea.

* Director de la nueva puesta en el Teatro del Pueblo.

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