Lunes, 1 de marzo de 2010 | Hoy
MUSICA
Está el personaje, por supuesto. Y la muerte joven. El rumano Dinu Lipatti, nacido en 1917 y muerto en 1950 de leucemia, es el doble de Chopin y resulta difícil escaparle a la leyenda (tan romántica). Pero lo cierto es que la versión de los Valses, grabada por Lipatti en el año de su muerte, sigue siendo una de las más asombrosas jamás registradas. El disco (publicado por EMI) fue elegido recientemente por el Midem (la convención de críticos y productores fonográficos europeos dedicados a la música clásica) como la mejor grabación chopiniana de todos los tiempos. Y tal vez sea cierto. Aunque, obviamente, no es la única. Una hipotética lista no debería excluir, por ejemplo, los Nocturnos por Rubinstein. O los Estudios por Claudio Arrau. Y, yendo más atrás, los registros de Ignaz Paderewski. Pero la dinastía de los grandes intérpretes de la música de Chopin no se ha acabado y allí están para demostrarlo las versiones de las Baladas grabadas por Nelson Goerner, el año pasado, en un piano Pleyel de la época del compositor, para el sello del Instituto Chopin de Varsovia. Y, entre esos extremos, algunos cuantos discos extraordinarios: los Estudios y las Polonesas por Maurizio Pollini, la Sonata No. 3 y los Estudios Op. 25 por Nelson Freire, los Nocturnos por Maria Joao Pires, las Baladas y los Conciertos para piano y orquesta por Krystian Zimerman, los Preludios y la Sonata No. 2 por Martha Argerich y, como broche, las grabaciones hasta ahora inéditas de esta pianista, realizadas en transmisiones radiales, entre 1959 y 1967, que Deutsche Grammophon acaba de publicar con el sintético nombre Argerich Plays Chopin.
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