Lunes, 29 de marzo de 2010 | Hoy
LITERATURA
Vivi Tellas, la mujer de Alan Pauls, le contó la historia de Larry Geller, el peluquero de Elvis Presley que se transformó en su guía espiritual. El escritor la recicló en su Historia del pelo. “La primera vez que se encuentra para cortarle el pelo, Presley le habla durante una hora de todos sus problemas más personales. Inmediatamente, Geller se convierte en el gurú de Presley”, recuerda Pauls. “Hay una escena en la que están atravesando el desierto en un auto y de repente Presley, que estaba pasando por una de sus crisis personales, se queja ante el gurú de que Dios no sólo no le da satisfacción sino que no le da respuestas. Entonces tiene una suerte de alucinación y ve a Stalin en el desierto. La frivolidad pasa a ocupar un papel completamente central en esa relación que parecía meramente instrumental entre una estrella del espectáculo y su peluquero”, plantea el escritor. “Si uno lo piensa bien, es bastante raro poner tu cabeza en manos de alguien que maneja tijeras; es confiarle algo muy importante a alguien que no conocés para nada –dice–. Siempre me intrigó la manera que tenemos los hombres de pasar por la experiencia del corte de pelo. Me impresiona cómo las mujeres convierten esa experiencia en una especie de pequeño acontecimiento social, mientras que los hombres estamos ante una posición de estupefacción, una mezcla de terror y expectativa.” Es curiosa la intimidad que se establece entre peluqueros y clientes. “Si uno va a una peluquería de mujeres, ve una especie de sociedad; en una peluquería donde se cortan el pelo los hombres, lo que ve son como boxes –compara–. El peluquero está en contacto con una parte de tu cuerpo muy importante; es el responsable de la imagen con la que vas a andar por el mundo en el próximo tiempo.”
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