A lo largo de su carrera, Philippe Bourgois ha tenido más de un encontronazo con las autoridades. Como estudiante padeció un juicio académico por haber ofrecido una conferencia de prensa en la que denunció la violación de derechos humanos en El Salvador. “Me parecía tan horrible lo que había visto que confiaba en que los profesores me iban a ayudar. Pero no. De repente aprendí que un antropólogo estudiante no podía ‘meterse’. Tuve que tomarme un año por fuera de la universidad para dedicarme a esos asuntos”, se enerva. Corrió mucha agua bajo el puente, y es innegable que en numerosos claustros persiste la suposición de que las ideologías están reñidas con el pensamiento. A pesar de eso los defensores de la Antropología Pública (Public Anthropology) están reuniendo fuerzas para presentar batalla. “Nuestro grupo confía en romper la dicotomía entre reflexión y participación política. La antropología tiene la ventaja de enfrentarnos con realidades para las que no estamos preparados, y que nos obligan a autocriticarnos y evaluar los pasos que se dan. Si nos equivocamos, ya nos iremos corrigiendo”, adelanta.