Las expresiones de teatro comunitario y de calle, y los ciclos y festivales se multiplicaron. Teatro por la Identidad llegó a la décima edición; se organizó un tributo artístico a Eduardo “Tato” Pavlovsky, quien en ese marco presentó Potestad, y el Centro Cultural Ricardo Rojas mantuvo su actividad con encuentros en los que se vieron ciclos notables como La ira de Dios, sobre las desgracias que azotan hoy a la humanidad, desde la xenofobia hasta la violencia de género, pasando por el “terrorismo informativo” y la soledad urbana. Y hubo más: el 2º Festival de Teatro en el ECuNHi (ex ESMA); los trabajos encargados para el Bicentenario, celebración que alcanzó gran despliegue con el desfile artístico de Fuerza Bruta (que siguió ofreciendo funciones en la sala Villa Villa, del Centro Cultural Recoleta); el circuito de festivales El país en el país, organizado por el Instituto Nacional del Teatro; la 5ª edición del Festival Beckett Argentina; el 2º Encuentro de Arte Trans; el ciclo anual de semimontado en el Teatro Regina, con funciones a beneficio de La Casa del Teatro; el 7º Festival de Títeres para Adultos; Buenos Aires Polo Circo; el Festival de La Víspera, y los ciclos programados, entre otros, por el Celcit, el Instituto Goethe, la Alianza Francesa, AMIA, el Instituto de Cultura Italiano y el Centro Cultural de España, que propició semimontados con actores españoles en Buenos Aires y obras en funciones únicas, como Gris mate, por la compañía vasca Katu Beltz.