Sábado, 8 de enero de 2011 | Hoy
TEATRO
El monólogo político, tal como supo cultivarlo Tato Bores y como todavía lo cultiva Enrique Pinti, da la impresión de no haber tendido puentes hacia los artistas de las nuevas generaciones. A pesar de esa sospecha, Pinti sí reconoce sucesores. “No son chicos que hagan lo mismo que yo, porque esto de bajar línea es típico de los ’70, los ’80 y los ’90”, asume. La nueva pléyade de humoristas, observa, no está tan interesada en ese tipo de recursos. “Es natural. Cada uno representa etapas diferentes –explica el humorista–. Diego Capusotto, Alfredo Casero, Diego Reinhold y Peto Menahem están en otra búsqueda, que es igual de válida. El otro día, de hecho, me peleé con un tachero que insistía con que ‘ya no quedan humoristas’. Le contesté que cuando yo era joven nos jodían con lo mismo a nosotros. Estos chicos que nombré van a ser maestros. En cuanto a mí, espero llegar a los 80 sin estar prisionero de una enfermera sádica que me pegue. Lo estoy intentando. Pero, como decía Tu Sam, puede fallar.”
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