HISTORIETA › OPINIóN
› Por Diego Agrimbau *
Disculpame, escuché lo que decías... ¿vos hacés guiones de historietas?
–Trato –le dije tímidamente al señor morocho que se había acercado hasta nuestra mesa del restaurant Munich, en Flores. Era el otoño de 1998 y yo todavía andaba luchando en el nutritivo fango de la historieta independiente.
–Mi nombre es Enio, soy dibujante –me aclaró mientras anotaba un teléfono en una servilleta de papel—. Llamalo a Carlitos de mi parte. El te puede dar una mano.
–¿Carlos? ¿Qué Carlos? –pregunté temiendo recibir la respuesta correcta.
–Trillo –aclaró Enio.
Lo llamé titubeante por teléfono y en menos de un minuto de charla me invitó a pasar por su estudio de Talcahuano y Santa Fe. Cuando llegué, me encontré con decenas de originales de Cybersix que Carlos Meglia, su compañero de estudio en aquel momento, desparramaba por el piso. Al mismo tiempo, del fax brotaban varias páginas de Clara de Noche que le enviaba Jordi Bernet desde España. Y recuerdo que lo que más me apabulló fue una biblioteca entera sólo con libros de historieta de su autoría. Antes de sentarme a charlar por primera vez con Trillo en su escritorio, a mí ya no me cabían dudas: eso es lo que quería hacer por el resto de mi vida.
Varios años más tarde, gracias a sus consejos y contactos, logré publicar mi primer libro en Europa. Luego, con cada nuevo problema que aparecía en mi vida como guionista, era a él a quien acudía por una respuesta. Y pese a nuestra gran diferencia de experiencia y logros profesionales, él siempre me trató como a un colega, incluso para pedirme opinión sobre los dibujantes que le acercaban sus trabajos o algún contrato difícil de firmar. Ha sido un gran honor tener la confianza y la amistad de Trillo en estos años. Y mientras releo los cientos de e-mails que he guardado con nuestras conversaciones electrónicas, lamento no haberlo visto personalmente con mayor frecuencia, sobre todo en los últimos tiempos. Ahora resultan preciosas y escasas todas las veces que fuimos a comer a orillas del río, las reuniones de café, las charlas en su estudio.
Se fue Trillo. Demasiado pronto. La historieta del mundo lo llora.
Y yo lo voy a extrañar siempre.
* Guionista.
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