En el universo de la risa hay subgéneros que pasan al primer plano o se opacan de acuerdo con el ánimo colectivo. En efecto, es curioso que mientras formas como el monólogo político están en retroceso, otras –como el humor con música– parecen gozar de buena salud. “Pero ahí tenés que hacer una salvedad -–interviene el doctor en química y pianista Núñez Cortés–. Porque por un lado está el humor musical, que es muy críptico y tiene que ver con meter notas raras en una escala o remates así; y por otro lado tenés lo nuestro, que es un humor bastante teatral, con letra y con música.” “En la primera etapa –admite el entrevistado–, sí hacíamos humor estrictamente musical y notábamos que demasiado público se quedaba afuera. Decidimos movernos de ahí, poner el chiste en el centro y usar la música y la cultura como vehículos para acercarnos a él. Afortunadamente funcionó y sigue funcionando”.

En contrapunto, López Puccio se manda a analizar lo que está ocurriendo con el humor político. “El humorismo político, cuyo objetivo principal son los gobernantes, siempre está sujeto a los vaivenes del autoritarismo y del encono de partidarios. Creo que en los tiempos que corren, con la extrema polarización que hay entre oficialistas y opositores, y con la baja calidad del diálogo político, no habría espacio alguno para tolerar a un Tato Bores. Por lo demás, más allá de Capusotto y Les Luthiers, no noto que haya mucho más humor teatral/musical interesante. Y ninguno de esos dos exponentes se reconoce, de hecho, dentro del humor político.”