En relación al debate que se generó en Uruguay tras el estreno de Mundialito, Bednarik comenta que “más que una reflexión, lo que sucedió es que hubo un alto nivel de espectadores jóvenes que empezaron a preguntar y surgió como algo de lo poco que sabemos las generaciones más chicas de la dictadura”. El cineasta agrega que Mundialito tuvo muy buena recepción en ese sector de la sociedad. “De hecho, desde que bajamos de cartel hasta ahora, hemos hecho muchísimas funciones en universidades, en museos, también al aire libre, con una plataforma de cine itinerante que tenemos.” El director dice que para el que vivió esa época, la película le va a permitir “revivir algunas cosas o redescubrir situaciones que uno guarda en el cajón y nunca abre. Tiene elementos que pegan a nivel de la nostalgia”. Pero Bednarik considera que la película permite “acordarse también del plebiscito. Es raro. Acá quedó como algo no resuelto todavía. Eso lo plantea la película y lo plantea la realidad día a día”. Consultado acerca de si existe vergüenza en el pueblo uruguayo con el tema que aborda Mundialito, Bednarik opina que “sí”. Y lo justifica de la siguiente manera: “Hoy por hoy, con el plebiscito que hubo en las últimas elecciones por la anulación de la Ley de Caducidad, como lo que sucedió hace poco en el Parlamento, a mí me da vergüenza ajena. Es algo que todavía no está resuelto. Si uno escucha las cosas que se dijeron últimamente, es terrible que tengamos una ley como la de caducidad. A mí como uruguayo me da vergüenza”, concluye Bednarik.