Martes, 30 de agosto de 2011 | Hoy
TELEVISION › OPINIóN
Por Carlos Ulanovsky *
Como pasa con casi todas las personas, hubo varios Nicolás Mancera, y uno se arroga el derecho de que un Mancera le guste más que otro. A mí me gustaba el menos conocido, el del comienzo, cuando era crítico cinematográfico. Recuerdo con cariño el Mancera de Pantalla gigante, un ciclo de Radio Splendid que hizo con
Jaime Jacobson, Conrado Diana y Lidia Durán. Ese me gustaba mucho. Era un tipo que sabía mucho de cine y manejaba muchos idiomas. Ese programa radial, creo, fue su primer éxito.
Cuando por decantación lógica llegó a la TV, primero en Canal 9 y luego en Canal 13 con Sábados circulares, hay que admitir que cambió los sábados probando todo tipo de cosas. Recuerdo que en el primer año puso al aire La tigra, el largometraje de Leopoldo Torre Nilsson que por entonces estaba prohibido, desafiando lo instituido. A medida que convocaba audiencia con todo tipo de peripecias, a Sábados circulares lo comenzaron a imitar. Así aparecieron Sábados de la bondad en Canal 9 y Bienvenido Sábado en el 7, con Antonio Carrizo. Mancera creó el género ómnibus y lo logró haciendo de todo, desde armar un toreo en el estudio hasta tirarse encadenado al río y escaparse como Houdini. También fue el tipo que bajó por primera vez con una cámara a las cloacas de la Av. Juan B. Justo, o el pionero en transmitir casamientos de famosos o nacimientos, hoy tan común en la TV. Hizo mucho de ese tipo de cosas extrañas. Llegaba con la cámara a donde no llegaba nadie.
Ya cuando el programa comenzó a tener gran éxito, el nivel de producción comenzó a ser muy atractivo, con la presencia de las principales figuras nacionales e internacionales de la época. Otra cosa que hizo fue impulsar las cámaras sorpresa, una idea que trajo de Europa y que producía Guillermo Smith. Eran de una candidez y una ingenuidad absoluta. Nada que ver con el nivel de violencia y perversión que tuvieron las que se hicieron en las últimas décadas. El provocador de las cámaras sorpresa era siempre un artista al que llamaban el caradura, y cuya “maldad” era –a lo sumo– mojarle el pan en el huevo frito al cliente de un bar. No más que eso.
Mancera era un conductor muy popular, pero con cierto nivel cultural. Fue uno de los mayores símbolos de la TV argentina en blanco y negro.
Periodista y conductor, coautor junto a Pablo Sirvén de Estamos en el aire y Qué desastre la TV! (pero cómo me gusta...), libros que repasan la historia de la TV argentina.
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