El humus de la cultura es la controversia. El anhelo de una supuesta armonía –puro ideal que escamotea las tensiones– conduciría a una abulia irreversible. Libreta en mano, quienes recorran la muestra 200 años, 200 libros podrán apuntar la ausencia de narradores como Benito Lynch, el cordobés Juan Filloy, los tucumanos aporteñados por años de residencia en Buenos Aires Juan José Hernández, Tomás Eloy Martínez y Elvira Orphée, además de José Bianco. En teatro se podría consignar algo similar con Carlos Gorostiza y Roberto “Tito” Cossa, entre los “clásicos” del siglo XX. En poesía se podrá anotar, entre los ausentes que más se sienten, a Miguel Angel Bustos, a Alberto Girri y Héctor Viel Temperley. Nada más saludable que discrepar. Pero sin olvidar lo difícil que habrá sido elegir sólo diez títulos por cabeza para dos siglos de historia, incluyendo todos los géneros –poesía, ensayo, narrativa, historia– para los veintitrés seleccionadores: Juana Bignozzi, José Emilio Burucúa, Arturo Carrera, José Carlos Chiaramonte, Angela Di Tullio, Leonora Djament, Jorge Dotti, José Pablo Feinmann, Norberto Galasso, Griselda Gambaro, Germán García, Noé Jitrik, Jorge Lafforgue, Laura Malosetti Costa, Alan Pauls, Eduardo Rinesi, Andrés Rivera, León Rozitchner, Beatriz Sarlo, Alberto Szpunberg, David Viñas, Eduardo Jozami y Horacio González. Siempre es más cómodo y tranquilizador “ver la paja en el ojo ajeno”. A menudo, quien juzga tiene las mismas faltas que reprueba en los demás. Cada lector puede armar su propio listado para comprobarlo.