Jueves, 20 de octubre de 2011 | Hoy
CINE › MARíA SEOANE DECIDIó ABORDAR EN UN FILM ANIMADO EL MITO DE EVA PERóN Y LAS PASIONES QUE DESPIERTA
La periodista se convirtió por segunda vez en cineasta para llevar adelante una película de ficción sobre la Abanderada de los Humildes, aunque ajustada a la verdad histórica. En el relato homenajea además a Rodolfo Walsh y a su generación.
Por Oscar Ranzani
Hace aproximadamente cuatro años, la periodista María Seoane sintió la necesidad de contar la historia de Evita a través del cine. La vida del mayor símbolo político femenino de la historia argentina ya había sido narrada a través de la ficción y del documental en numerosas ocasiones. Por lo tanto, Seoane, que iba a ejercer el rol de cineasta por segunda vez (la primera fue hace dos años como codirectora de Gelbard, historia secreta del último burgués nacional, sobre el ministro de Economía que ejerció ese cargo entre 1973 y 1974), comprendió que tenía que hacerlo de una manera diferente. La primera idea que le vino a la cabeza fue hacer una película de ficción, ajustada a la verdad histórica, pero no con actores, sino con dibujos animados. Seoane reconoce que esa idea primaria “era una gran aventura creativa”. Entonces, decidió convocar al recordado y genial dibujante Francisco Solano López (El Eternauta). “Le dije: ‘Maestro, ¿me ayudás a ver si podemos hacer esto?’. Y el maestro se enganchó rápido”, recuerda Seoane. Por eso, los dibujos de Eva de la Argentina, que se estrena hoy, están inspirados en los moldes que la pluma de Solano López estampó para siempre. Pero falleció antes de ver la película terminada.
Eva... narra la vida de la Abanderada de los Humildes desde su nacimiento hasta su tormentosa muerte y la posterior profanación de su cadáver. Y no falta ninguno de los temas sobre los que se cimentó este gran mito de la historia política argentina. La particularidad del film es que está contado por un personaje animado que representa al escritor y periodista Rodolfo Walsh: “Un personaje que representa a un periodista amenazado por la dictadura, que recuerda la historia de Eva Perón en ese período durante el cual él se siente amenazado por la dictadura. Y ese recuerdo de Eva Perón también es el recuerdo de su propio viaje como militante político con su propio compromiso con la historia”, explica Seoane sobre la estructura narrativa. “Por un lado, tenemos el viaje de la heroína en la historia de Eva, y por el otro, la historia del héroe en el periodista Rodolfo Walsh, que es un personaje de ficción: no tiene textos de Walsh sino que son originales míos”, agrega la directora, quien admite que desde el punto de vista narrativo, Eva... “tiene un guión complejo”.
–¿No la hizo con actores porque buscaba otro modo narrativo?
–Bueno, ahí hay un actor extraordinario que es Carlos Portaluppi haciendo la voz en off de Walsh. Y voy a decir una cosa maravillosa de Carlos: él grabó toda la narración de una sola vez. Es impresionante porque el tono que él mantiene corresponde exactamente al de la película.
–¿Y para trabajarla él veía los dibujos?
–No. El vio el storyboard y, además, yo tenía separado el texto de los parlamentos de Walsh. Antes de que él grabara, yo le decía: “Pasa esto, Walsh se siente de esta manera, está diciendo tal cosa”. Y él, que es un actor extraordinario, lo interpretó con mucha claridad.
–¿Qué le resultaba atractivo de la vida de Evita desde un punto de vista cinematográfico?
–Toda la vida de Eva me parece cinematográfica. Primero, toda esa búsqueda de ella con su deseo de actriz. Después, esa pasión desaforada por la construcción de un modelo político y social novedoso, como fue el peronismo. Y después, su azarosa posteridad: la muerte, el secuestro del cadáver. O sea, toda la vida de Eva es impresionante. La vida de Walsh también es impresionante. Por eso, para mí era paradigmático mostrarlo en dibujo animado. Sólo hay dibujos animados de Walsh, es un personaje de ficción. En cambio, de Eva hay pinceladas documentales.
–¿Esa combinación de animación con fragmentos documentales era, entonces, para darle realismo a la historia?
–Era para decirles a los espectadores: “Señores, esta historia ocurrió”. Además, no hay datos falsos. Soy rigurosa con los hechos que cuento, aunque sea en dibujo animado.
–En ese sentido, ¿cree que es una película que puede resultar didáctica para quienes no conocen la vida de Evita? Por ejemplo, ¿está pensada para estudiantes secundarios?
–Está pensada para los jóvenes de 12 a 99 años. Creo que la pueden ver todos. Ya la vio un chico de 12 años y se identificó mucho con el personaje de Walsh. Su pregunta fue: “¿Por qué Walsh en vez de entregar la carta no se salva?”. Qué interesante la mirada de un chico de 12 años... Yo no creo que la película sea pedagógica. Bueno, puede serlo en un sentido porque hay claramente un trabajo con la historia. Pero no es informativa, la cruzan varias cuestiones.
–La pregunta apuntaba a que la manera en la que está construida puede convocar a los jóvenes.
–Sí, por supuesto. Sueño con que la vean en todas las escuelas secundarias de este país. Que la vean los jóvenes en todos los partidos, las unidades básicas, las escuelas de periodismo. Es original en el sentido de que utiliza una manera que nunca se usó para contar la historia política argentina.
–¿Busca también revalorizar el mito?
–No, solamente busca abordar el mito porque los mitos son casi inmodificables. En todo caso, el estilo que usé con el comic animado, justamente es el núcleo de mi intención de poder captar el mito. Porque el comic animado permite el uso de la metáfora. Y el mito es sobre todo una gran metáfora. El uso de la metáfora a través de imágenes poéticas de la pasión, del amor, de la lealtad, de la traición, de la venganza, del compromiso, de la mirada de los otros. El comic animado permite abordar las pasiones que el mito despierta.
–¿Una metáfora del antiperonismo son los cuervos negros que aparecen?
–No sé si del antiperonismo. En general, de lo oscuro de las tragedias que atravesaron la historia argentina. Porque los cuervos también están en la infancia de Eva, con la discriminación, con la doble moral imperante en aquellos años. Los cuervos están, sin duda, en la historia política, con las represiones. No es el antiperonismo como figura política, sino lo más reaccionario y profundamente antipopular de la historia argentina: la intolerancia, la violencia política contra los sectores populares. Eso es el cuervo.
–¿Cómo fue el proceso de elaboración del guión?
–Fue muy trabajoso. Sobre mi idea original, Carlos Castro y yo empezamos a escribir guiones. Debemos haber hecho unos veinte porque era complejo. Necesitábamos armar la dinámica de cuatro historias dentro de la película porque hay cuatro personajes: Eva, Perón, el personaje de Rodolfo Walsh y Juan Pueblo, que tiene una entidad más difusa pero aparece, y que es el descamisado. Y todas esas historias tenían que concluir y relacionarse. Además, la historia de Eva está contada por una especie de thriller en el interior de la historia que es el último año de Rodolfo Walsh, de ese periodista que está amenazado por la dictadura del ’76. O sea, la película es más que nada un thriller de animación.
–Que la historia esté contada por el personaje que representa a Rodolfo Walsh, ¿fue también una manera de homenajearlo?
–Sí, claro. Pero al mismo tiempo, es una manera de comprender la relación con esa historia que tuvo la generación a la que pertenezco, que es a la que pertenecía Walsh. Y, además, porque yo soy periodista, entonces quería reivindicar las dos cosas.
–El hecho de que la película prácticamente comience con el debate de los militares sobre qué hacer con el cuerpo de Evita, para luego retomar una narración más lineal, ¿fue para mostrar que todo lo que sucedió tras su muerte fue tan fuerte como su vida?
–Sí. Pero además, porque tenía que tomar un presente histórico en la película a través de la narración. Y también porque quería contar una historia de mi generación en la narración. Por lo tanto, el presente histórico de la película va desde ese momento, el ’76, hasta marzo del ’77, que es el presente del narrador ficcional que yo uso ahí: Walsh.
–¿El odio al peronismo tuvo su génesis en el odio a Evita?
–No, el odio al peronismo tuvo su génesis en las medidas políticas del gobierno peronista, que imponían una modificación a la estructura de clases en la Argentina insoportable para la clase dominante. Entonces, el objetivo del odio de la clase dominante fueron quienes representaban la dirección política, social y simbólica de ese movimiento. En este caso, Perón y Eva. Y en el caso de Eva se agravó porque ella tenía 26 años cuando asumieron el poder y las mujeres no tenían ni derechos políticos. En ese momento era considerada como una especie de prostituta en el poder, como una especie de madama que estaba en el poder de la mano de un coronel de la República. Aun en ese momento, la mujer era muy despreciada. Le estaban vedados los roles públicos. Y políticos ni qué hablar. Ella estaba sola en la cúspide del poder.
–¿Cómo cree que convivieron en la relación entre Perón y Evita el amor y el poder?
–No lo sé. Creo que fue una pareja que se amó profundamente. No hay elementos para suponer otra cosa que lo que se vio siempre en ellos. Habrán coexistido muchas discusiones en torno de qué hacer frente a distintos acontecimientos, pero había una base absoluta de confianza y de amor, sin ninguna duda. No hay nada que indique lo contrario.
–¿Qué perdura en la Argentina actual de la labor humanitaria de Evita?
–Todo: la idea del hospital público, de los derechos de las mujeres, de los derechos de los niños, de los derechos de los ancianos, jubilados, obreros. Perdura todo. Y todo lo que sostenidamente ha sido tratado de anular, vapulear, cercenar, limitar, siempre ha vuelto con la misma fuerza fundacional: en la Asignación Universal por Hijo, en los derechos de los jubilados, en la reconstrucción del Estado interviniendo en el desarrollo, en el Estado como garante último de la ciudadanía. Perdura todo lo que se consiguió, todo lo que se demanda recuperar y todo lo que debe ser construido todavía. Todo perdura.
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