Desde sus tiempos en el Parakultural y sus comienzos televisivos en Cha Cha Cha, muchas son las cosas que cambiaron en la vida de Capusotto. Una de ellas, tal vez la más visible, es que se ha convertido en un actor popular. Esto es: reconocible para buena parte de la sociedad, más allá de que muchos de los que lo saluden en la calle ni siquiera vean sus programas o películas. Un reconocimiento masivo que vino de la mano de cierta aceptación del establishment televisivo, premios mediante. “Me saluda –cuenta– gente de todo estrato social, desde un empresario hasta un chabón que está limpiando vidrios en el semáforo. La TV permite eso. De todas maneras, siento que hay una empatía mayor con ciertos sectores sociales, que a mí me gusta. Me saludan pibes de 8 años que no sé de qué ríen, que tienen una idea del programa que nosotros desconocemos. Cada uno se asocia al programa como quiere.” Al consultarle por cómo se lleva con esa popularidad callejera, Capusotto dice que no le molesta porque logró “despersonalizarse” a través del programa. “Noto que hay una relación conmigo que tiene que ver más con el programa que con el personaje que aparece en los medios. Cuando a mí me ven están viendo al programa, a la idea, a los personajes. Me resulta más interesante que vean en mí a los personajes que a mí, porque son personajes que me resultan más contundentes que mi propia persona. Por eso los hago. Los personajes tienen un efecto liberador de mi propia vida. Uno también es en la medida que es un personaje. Uno se pone una máscara para lidiar con la realidad, encontrar puntos de fuga a lugares más interesantes. Que no significa huir cobardemente de la realidad que te rodea, sino encontrar sitios más acogedores que te permitan asimilar mejor eso que te hincha las pelotas. Uno nunca puede escaparse de sí mismo”, confiesa el actor.