Viernes, 9 de marzo de 2012 | Hoy
MUSICA › MIRYAM QUIÑONES Y SU ESPECTACULO EN LA BIBLIOTECA
Por Cristian Vitale
Javier Heraud fue un poeta rebelde peruano que la guardia republicana acribilló, por la espalda y desarmado, mientras surcaba en canoa las aguas del río Madre de Dios. Era 1963 y tenía 21 años. Había escrito dos excelentes poemarios (El río y El viaje), militado en el Movimiento Social Progresista (luego en el Ejército de Liberación Nacional) y conocido a Fidel Castro en Cuba. Chabuca Granda, siempre atenta a esas almas en vuelo, le regaló dos bellas canciones (“Las flores buenas de Javier” y “El fusil del poeta es una rosa”) y eternizó al precoz mártir a través de su pluma. Atenta al detalle, Miryam Quiñones –casualmente, una de las principales difusoras de la obra de Chabuca en el mundo– desempolvó ambas gemas aún inéditas y las incorporó a su repertorio. “Más allá de los clásicos, hay un aporte de la obra musical de Chabuca que no ha sido tan cantado y que tienen una lírica fascinante y unas músicas con armonías y melodías intrincadas, rebuscadas, pero sumamente interesantes... éste es el fundamento de mi homenaje”, dice a Página/12 sobre uno de los rieles por el cual circulará Eternamente Chabuca, el recital-tributo que dará hoy en La Biblioteca Café (Marcelo T. de Alvear 1155) secundada por Pablo Figueroa en guitarra, Manuel Salinas en percusión y Pablo Juárez en piano.
“Temas como éstos me hacen ver que estoy redescubriendo su obra. Si bien forma parte de mi espectro musical desde que tengo uso de razón, ahora la veo con otros ojos. Su obra musical es mucho más grande de lo que se conoce, incluso dentro del mismo Perú”, dice la cantante e intérprete peruana de 33 años, que forjó su identidad a través del quinteto vocal Mixtura y luego abrazó otra de sus musas principales (Silvio Rodríguez) mediante el grupo Silvio a la Carta. “Se llamaba así porque le entregábamos a cada asistente un papelito para que escribiera el nombre de la canción de Silvio que quería escuchar, y así se armaba el repertorio”, se ríe. De ahí devinieron Locuras, su primer disco solista, con todos temas del vate cubano, y dos trabajos en vivo que incorporarían, además de un nutrido acervo popular (temas de Pedro Guerra, Víctor Heredia, Fito Páez y Noel Nicola, entre otros), el sano vicio de rever a Chabuca. “El primer tema que grabé de ella fue ‘Ese arar en el mar’ y de ahí no paré: siempre digo que Silvio y Chabuca son dos referentes fundamentales para mí, dos pilares. Por Chabuca siento que la tengo que homenajear no sólo como peruana, sino también como cantora y mujer. Es algo que le debo a una autora que es inmensa. Y Silvio es el culpable de que sea lo que soy, porque a través de su música descubrí este universo maravilloso.”
Referente del canto y la trova latinoamericana, la Quiñones acaba de grabar un disco enteramente dedicado a la autora de “La flor de la canela” y aún tiene fresco el recuerdo de cuando el mismo Silvio la invitó a cantar durante su recital en Lima. “Hizo un alto en la mitad del concierto, me presentó ¡y me dejó el escenario a mí!”, se emociona. “Fue el sueño del pibe, como dicen ustedes, porque sentí su respaldo, su reconocimiento.” La intérprete cantó “Eva”, del cubano; “Heces”, un poema del poeta César Vallejo musicalizado por Noel Nicola, y “Las flores buenas de Javier”. “Chabuca, desde mi esencia de peruana y mujer, significa mucho más ahora que nunca. Es como ese libro que leíste por primera vez a los 18 años y ahora, que tienes 33, lo comprendes más y mejor.”
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