Mencionó que el grupo funciona como una experiencia ejemplar de cooperativa. ¿Cree que algún aspecto de ese modelo podría aplicarse a una escala mayor?

–Un modelo parecido de este tipo de cooperativa es la familia, donde quizás un hermano no tiene trabajo y el otro lo ayuda o no te llevás tan bien con un primo pero se encuentran en las fiestas y tiran para el mismo lado. Familias que funcionen bien, claro, no una en donde se caguen entre todos. Pero eso llevado a un plano mayor, en un mundo despiadado y económico, no imagino. Sabemos lo que pasa con el ser humano cuando pintan las vanidades y las situaciones de poder. Me parece que económica o socialmente debe haber muchas más reglas que las que tenemos nosotros. Lo vería más parecido a una pequeña comunidad hippie. La clave más importante es ceder, que cada uno dé un poquito. Y que haya un afecto: en una cooperativa de panaderos no hay afecto, hay una profesión en común, es otra cosa. Si lo extrapolamos a si la Argentina debería ser como nosotros... ¡Dios me libre! ¡No! Cuando las magnitudes son grandes hay que poner órdenes y reglas para que funcione.