Lunes, 8 de mayo de 2006 | Hoy
“Hay clientes que tienen miedo de llamarme por causa del precio. Es cierto que hay chicas que cobran trescientos, cuatrocientos reales, pero terminan haciendo uno, dos o, como máximo, tres turnos por semana, cuando mucho. Yo sé que con esta fama de Bruna Surfishtinha podría cobrar más. Pero me gusta lo que hago, no lo niego. Me hace sentir deseada, algo que nunca fui. Y, obviamente, tiene su lado práctico. Soy una persona práctica: cuantos más turnos hago, más plata entra. No pierdo el tiempo negociando el precio. Un montón de hombres lloran por un descuento, alguna ventaja, exclusividad. No tengo paciencia para eso (...).
Sola, trabajando de lunes a viernes, hago de veinticinco a treinta turnos por semana. Hay días que hago hasta más de cinco, pero no es conveniente superar esa cantidad. Cada turno, aquí en mi departamento, dura una hora y, por doscientos reales, hago sexo oral y vaginal. Si se quiere sexo anal, el precio sube a doscientos cincuenta reales (eso fue después de mi participación en el programa Pánico, cuando decidí aumentar un poquitito, ya que la demanda se había incrementado. Antes, durante muuuuuucho tiempo, cobraba ciento cincuenta reales y doscientos respectivamente). Lo hacemos todas las veces que sea durante esa hora. No es necesario pagar aparte el hotel alojamiento, el departamento ni nada: está todo incluido. A menos que el cliente quiera ir a un hotel alojamiento o quiera que vaya al hotel donde se encuentra alojado (en ese caso cobro el doble ya que tengo que trasladarme). Con esta forma de trabajar, me permito descansar los fines de semana. ¿No hacen todos lo mismo? ¿Por qué debería ser distinto para una prostituta?
* Extraído de El dulce veneno del escorpión, de Bruna Surfistinha.
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