Antes de dirigir El campo, Hernan Belón construyó una carrera como documentalista. A la hora de debutar como director de una película de ficción, el cineasta pensó el film cuando nació su hija. “Yo sentí que había algo muy fuerte para lo que no estaba preparado y pensé que esa experiencia podía ser compartida con otra gente. Algo de esta sorpresa de encontrarte con un bebé, con todo lo que eso implica: la maravilla de la vida, el miedo a la muerte, el replanteo sobre tu propia existencia”, enumera el director. A partir de entonces, Belón comenzó a escribir el guión de El campo junto a su mujer, Valeria Radivo. “Como ella es actriz, empezamos improvisando las escenas en base a algunas ideas que teníamos. Y después se nos ocurrió poner a esta pareja para que esto aparezca como una lupa de aumento en el campo, donde no estaban rodeados por todas esas cosas de la sociedad que te ‘protege’ un poco de encontrarte con el otro y, a veces, también con vos mismo”. Para Belón, en la ciudad “está todo mucho más controlado.” Por ejemplo, “te enojás con tu novia y te vas al bar de la esquina y tenés muchas más distracciones. Entonces, surgió esta idea de que estuvieran en el campo, que no hubiera señal de celular, y que estuvieran obligados a estar uno con el otro y con la nena siempre en el medio”, explica el director sobre el núcleo de la historia que narra El campo.