Aunque Leónidas Lamborghini está convaleciente por una reciente operación de vesícula, el poeta tiene el sentido del humor en perfecto estado de salud. “Los homenajes son demasiados solemnes para mí, pero no sé cuáles son las perversas intenciones de los muchachos. Uno nunca sabe”, le dice a Página/12 acerca de su participación en el festival de poesía Salida al mar. “Quizá sea una manera de ponerme nuevamente en contacto con este vagabundo de El solicitante descolocado que hace 50 años que patea la pesadilla de la historia. Vamos a ver cómo suena ahora”, añade el autor de Las patas en las fuentes. “La poesía es la expresión más intensa que tiene el alma humana, sobre todo cuando se une con el canto –explica Lamborghini–. Una canción puede derrumbar un mundo, un matrimonio, una amistad o bien darle dirección a un destino que anda perdido por ahí. El canto es un poder que tiene el poeta. Aunque es difícil definir lo que es el canto. El canto está en la naturaleza misma del poeta porque ahí está la emoción.”

–¿Y por qué usted sigue cantando?

–En momentos de alegría y de dolor muy intensos aparece la necesidad del canto. La poesía es la expresión más directa e intensa que conozco en las artes, es una construcción, un hacer, que se ve en el barrendero que limpia bien la calle porque él también está buscando una perfección.

Lamborghini promete leer poemas de El solicitante descolocado y algunos inéditos. “Son más de 50 años, una vida con la maldita poesía.”

–¿Por qué maldita?

–Una vez que te agarra, no te larga. Es maldita porque es una pasión que no se puede dejar, es tu piel de zapa, y no hay otra cosa más que desear el poema. Aunque no es inédito, hay un poema que explica esto que siento muy bien: “Como el que mira esa tela sin pintar./ Como el que admira esa tela sin pintar./ Yo quisiera volver a esa tela mía que estaba sin pintar, pero ahora ya es tarde”.