Feinmann dice que se intenta hacer de la filosofía una rama elegante de la autoayuda: “Parecería que le dicen al lector: ‘Usted no es tan bobo, no se conforme con Jorge Bucay, aspire a más, usted puede acercarse a la filosofía’. ‘No tome Prozac, no se deje engañar por los paraísos artificiales de las pastillas y lea a Platón’, lo cual es muy peligroso si uno tiene una depresión (risas). En este caso, lo mejor es tomarse un buen Prozac o los grandes antidepresivos que hay en este momento gracias a la ciencia. Hay libros que se titulan: La filosofía puede salvar tu vida, lo cual si uno piensa en Nietzsche, se da cuenta de que no ha funcionado. Bajo este fenómeno, se presentan ciertos libros con un barniz más elegante. Esta es una época en la cual se trata de convencer a la gente de que cualquiera puede acceder a todo sin esfuerzo. Es mentira, la filosofía requiere rigor. Lo primero que advierto en mis clases es que no va a ser fácil, y es mejor que no lo sea, y que si no se esfuerzan, no van a entender. Y el ejemplo que doy habitualmente es el de Einstein, cuando un alumno le pidió que le explicara la teoría de la relatividad. Einstein se la explicó una vez, el joven no entendió, se la explicó otra vez, tampoco entendió. A la decimoquinta vez entendió, pero Einstein le dijo: ‘Esta ya no es la teoría de la relatividad’. Puedo esforzarme para explicar a Hegel, pero si lo simplifico ya deja de ser Hegel”.