El Bafici le sienta de maravillas a José Luis Torres Leiva. A su galardonado paso en 2007 con El tiempo que se queda, le sumó este año su primera incursión en un jurado internacional, en este caso de la Selección Oficial Argentina. “Me llamó la atención que hubiera muchas películas de directores muy jóvenes recién salidos de las escuelas de cine, y que la mayoría de ellas fueran bastante parecidas entre sí: los mismos tonos, temas, búsquedas. Eso lo vi como un fenómeno muy parecido al que pasa ahora en Chile con los cineastas que recién ahora hacen sus primeras películas y tienen una cuestión general que los marca”, compara el cineasta antes de destacar a Dromómanos, de Luis Ortega, a la postre ganador del premio a mejor director de la Competencia. “Fue una de las últimas que vi y, después de ver varias historias que respondían a intereses parecidos, significó un golpe en la cara. Una propuesta que, más allá de que estuviera bien o mal, algo que creo no tan importante en este caso, era distinta y se desmarcaba del resto.”