“Popular de lujo, el viaje del dibujo.” Un inmenso mural y una frase que debe leerse como una declaración de intenciones ilustran y decoran la pared del patio central de la Galería Patio del Liceo (Santa Fe 2729). Esta construcción, que supo ser un colegio de señoritas hasta mediados de los años ’80 y que sufrió los efectos del menemato durante los ’90 –cuando intentaron instalar ahí un shopping que jamás prosperó–, se convirtió en los últimos tiempos en epicentro del arte y el diseño en Buenos Aires. Los talleres, atelliers y galerías se distribuyen caprichosamente en lo que antiguamente fueron salones de clase. En la actualidad, el lugar es un laberinto de escaleras, rincones y recovecos donde resulta fácil perderse.

El Patio empezó a tomar la forma –y la onda– que tiene hoy en día a partir del desembarco de la galería de arte Mite (locales 30 y 21), en 2008. Uno de sus directores, Nicolás Barraza, cuenta que originalmente había alquilado el amplio local al fondo del primer piso para montar ahí su estudio de diseño gráfico, pero que sabía que ese espacio tan grande sería destinado a algo más. Al año, él y su socia, la fotógrafa Marina Alessio, vieron cristalizar el proyecto que el último 21 de julio tuvo su cuarto aniversario.

“Una de las misiones de la galería es abrir el espectro de a quién se dirige el arte. Tratamos de que no sólo los coleccionistas compren obra, sino también cualquiera que quiera tener obra en su casa”, asegura Barraza. Aunque mantienen las formas de las galerías tradicionales (horario de atención, artistas exclusivos, obra en trastienda), reconoce entre sus fines prioritarios la difusión de artistas desconocidos y obras experimentales. “No estamos atados a vender en cada exposición. Por ahí hacemos una instalación u otro tipo de muestras que nos nutre de otra manera. Tratamos de nivelar las dos cosas.” Afincada como usina de ideas y conciliábulo de artistas del diseño y el arte contemporáneos, el Patio del Liceo es la parada obligada de aficionados, especialistas y curiosos que quieran enterarse de lo último que está pasando en el circuito off (y no tanto) de galerías de arte.