Además de presentar Zuloak, durante su estancia, Fermín Muguruza participó de un recital en apoyo a Palestina y de la segunda edición del Latin Arab Film Festival. Allí se proyectaron dos programas de Next Music Station, la serie de once capítulos que realizó para la cadena Al Jazeera. “Me lo ofrecieron luego de mi película sobre música palestina”, cuenta. “Nunca pensé que me iba a llevar dos años con ese mapa sonoro de países árabes. Fue un trabajo durísimo y muy enriquecedor, sin duda uno de los grandes capítulos de mi vida.”

–Con esa experiencia a cuestas, ¿cómo vive el recrudecimiento del conflicto en Gaza?

–Cuando ya estás implicado con un pueblo, no hay marcha atrás. Me pasó lo mismo con la Argentina con el reventón del 2001: no es sólo que había venido sino que conocía este país. Lo de Palestina es un desangrarse continuo. Son muertos a diario. Y te afecta de manera muy profunda. Sigo en contacto con los músicos que están en el documental. Es muy doloroso. Y no sólo por el apoyo político, sino por los amigos que te vas haciendo. Algunos han tenido hijos. Generación tras generación siguen allá, en ese lío.

–Vino a la Argentina desde el cenit del neoliberalismo hasta la actualidad. ¿Cómo percibe al país?

–Es casi un proceso de veinte años. También he visto cómo fueron tratados la mayoría de los argentinos en España y cómo los españoles vienen ahora aquí. Qué gran lección está dando de nuevo la Argentina. Es muy interesante todo lo que ha sucedido. Estar en el Hotel Bauen no es algo menor, está recuperado como las fábricas Zanon y la imprenta Chilavert. Sueño con una sociedad utópica así. Que se juzgue a los militares asesinos. Las leyes contra los monopolios de la información. Sé que es un proceso con un sinfín de contradicciones y de ritmos distintos. Una persona como yo, igualmente, debe cuestionar al poder. Pero deseo que no se tuerza. América latina siempre ha sido un faro.