En 2008, Lucrecia Martel arrancó una adaptación cinematográfica de El Eternauta que finalmente no se concretó. Varios directores fueron, antes y después, candidateados para hacerla. ¿A usted no le gustaría?

–No porque no soy director de cine (risas). Y porque me gusta pensar en mi abuelo de una manera más íntima. No quiero que se use el destino familiar como argumento. Nunca haría la película de El Eternauta; pero si tuviera que fantasear, haría la segunda parte, porque ideológicamente es más controversial y porque tiene que ver con el espacio arrasado. Actualmente, los derechos los tiene Kramer & Sigman, a través de una sociedad con una productora italiana, porque allá El Eternauta es tan reconocido como acá. Oscar Kramer se quería retirar con esa película, pero murió y el asunto se dilató. No hubo ningún problema entre la familia y Martel, como se dijo. Ella avanzó mucho en el desarrollo del proyecto, uno muy bueno, muy bien escrito. Más tarde, le acerqué a la productora dos directores: Gaspar Noé y Juan Solanas, ambos en condiciones sobradas para interpretar el proyecto y bancarse una posproducción pesada. Varios directores conocidos pensaron, en sus mejores momentos, en El Eternauta, o fueron ternados para hacerla. Tenemos interés en que la película se haga, pero el asunto está medio frizado por ahora.