Mié 05.06.2013
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DISCOS › EL NUEVO áLBUM ESTá A LA ALTURA DE LAS EXPECTATIVAS

Más allá de las poses de rockeros duros

› Por Leonardo Ferri

Aunque Josh Homme diga que el nombre ...Like Clockwork es una ironía –puesto que nada funcionó de la manera exacta que él pretendía–, la obra terminada lleva a pensar todo lo contrario. O tal vez suceda que Homme es el tipo con más suerte del rock actual. Queens of the Stone Age ofrece en estas diez nuevas canciones un poco de todo eso que es y supo ser, lo que convierte su sexto disco de estudio en el más compacto de su carrera. Y al igual que en la jerga futbolística, la palabra “compacto” sirve para destacar virtudes. En un escena musical en la que cada vez es más frecuente escuchar canciones y no discos (“¿Por qué la gente ya no usa la palabra disco?”, se queja Homme), la idea de juntar una decena de composiciones, darles cierto orden para que vayan y vengan a lo largo de casi 45 minutos de duración y sumarle algunos invitados de renombre parece simple. Y puede que tal vez lo sea, pero para que esas canciones se conviertan en disco hace falta algo más, ese “factor X” del que se habla en ciertos realities shows. La principal virtud de ... Like Clockwork es, justamente, su carácter conjunto, esa particularidad inaudible que hace difícil su división en simples tracks.

Cuando la banda fue goteando algunas noticias del que sería su primer disco en seis años, los nombres de sus invitados generaron más de una especulación y también expectativa. Por un lado, la vuelta de Dave Grohl a la batería (junto a la voz de Mark Lanegan y el bajo de Nick Olivieri) permitían imaginar un regreso al sonido de Songs for the Deaf, su álbum más exitoso. Por el otro, Jake Shears y Alex Turner suponían un aire más moderno para la banda, mientras que Trent Reznor anunciaba cierto toque experimental y retorcido. La única certeza era la falta de certezas sobre la participación de Elton John. Pero nada de eso sucedió (o todo, depende de cómo se lo escuche), porque ... Like Clockwork, sin parecerse a ninguno de sus predecesores, los unifica bajo un mismo concepto que, en palabras de Homme, es “un audiodocumental de un año frenético”.

Claro que también es posible identificar al típico sonido de la banda de Palm Desert, como en “Keep your Eyes Peeled”, el tema que abre el disco y que mantiene cierta estética stoner, en la que la pesadez no depende exclusivamente de la distorsión. De la misma manera funcionan “My God Is the Sun” (el primer corte), “Smooth Sailing” y la lisérgica “I Sat by the Ocean”, un posible homenaje a David Bowie y a Blur. Homme se oye cómodo en su voz, cada vez más alejada de los gritos y más enfocada en las melodías. “The Vampyre of Time and Memory” viaja en la línea de la balada oscura con tintes bluseros, para luego desviarse hacia el softporno anticonsumista que propone “If I Had a Tail”. “Kalopsia”, con Reznor y Grohl, bien podría ser una continuación densa de la ya de por sí densa “Mantra”, canción incluida en la banda de sonido de Sound City, en la que ambos se juntan con Homme. Y si de triángulos se trata, el formado por “Fairweather Friends”, “I Appear Missing” y “Like Clockwork” es de los más atormentados y tristes que se haya escuchado de QotSA. “La mayoría de lo que ves, querida, es sólo para mostrar / Aferrarse demasiado es tener miedo de dejarlo ir / porque no todo lo que se va vuelve”, se sincera Homme, que ya no se preocupa por ser un rockero de los duros. Las poses, parece, tampoco van más.

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