Sábado, 8 de junio de 2013 | Hoy
MUSICA › CóMO ES EL CONCIERTO QUE SE VERá AQUí
La posibilidad de que el italiano llegara a la Argentina alguna vez, después de cuarenta años, quedaba ya casi descartada. Este diario tuvo la oportunidad de verlo en vivo hace sólo tres meses, en el Auditorium Conciliazione de Roma, una especie de ND/Ateneo (donde hizo un montón de fechas seguidas, por supuesto) en el marco de su gigantesco Apriti Sesamo Live Tour, que desde el año pasado depositó a Franco y a su banda por todos los escenarios de Europa. Pero la vida da sorpresas: ahora viene acá. Cuando se le cuenta a Battiato que la cronista estuvo en Roma, se ríe: “¡Ah, fantástico! Usted estuvo en Roma y entonces le digo: las canciones son las mismas que hice en los shows de Italia, pero la batería en Buenos Aires será electrónica, al igual que el bajo. Llevo guitarra, piano, teclados y el cuarteto de cuerdas. Y las canciones no las escuchará en italiano sino en castellano; ya está lista la versión completa de Abrete Sésamo en español”.
En escena hay dos guitarristas; Davide Ferrario (31) y Simon Tong (40), quien viene de un par largo de bandas célebres; entre ellas, The Verve, Blur y Gorillaz. El pianista es Carlo Guaitoli, también director de varias obras de las obras de música clásica de Battiato. Angelo Privitera se ocupa de los teclados y de la programación. Y hay un brillante cuarteto de cuerdas: Alessandro Simoncini y Luigi Mazza (violines), Demetrio Comuzzi (viola) y Luca Simoncini (violonchelo).
Y si la lista de temas es la misma que en los shows de Italia –por qué no creerle a Battiato–, esto es lo que se verá y escuchará en Buenos Aires: primero, todo lo nuevo de Abrete Sésamo; después, “L’ombra della luce” (del disco Come un cammello in una grondaia, 1991), seguido por “Danza” (de su ópera Telesio, 2011) y “Lode all’inviolato” (de Caffè de la Paix, 1993).
Y ahí comienza un viaje loco hacia atrás en el tiempo: “Mesopotamia” (de la versión de Giubbe Rosse, 1989); “Prospettiva Nevski” (Patriots, 1980); “Il mantello e la spiga” (Gommalacca, 1998); “Nomadi” (Fisiognomica, 1988); “La stagione dell’amore” (Orizzonti Perduti, 1983): “La cura” (single de 1996, pero hit eterno); “E ti vengo a cercare” (otra vez de Fisiognomica); “Bandiera bianca” (La voce del padrone, 1981); “Up patriots to arms” (también de Patriots); “L’era del cinghiale bianco” (de su disco homónimo, 1979); y “Voglio vederti danzare” (L’arca di Noè, 1982).
Entonces, el delirio de los bises.
En algunos momentos de esta gira internacional, a Battiato se le ha dado por incluir en los bises cosas de su álbum de 1973 Sulle Corde di Aries: “Da Oriente a Occidente” y “Aria di rivoluzione”, pegados (mezclados, más bien) con “Propriedad prohibida” (de su disco Clic, 1974). Y después hace “Inneres Auge” (2009) –”El todo es más que la suma de sus partes”– hasta que todo estalla con “Cuccurucucu” (La voce del padrone, 1981).
Los romanos son tipos respetuosos y bastante apocados, por cierto. Y guardan el silencio necesario durante el segmento “místico” del show, el que arranca con “L’ombra della luce”; ni una tos se oye. Pero, a estas alturas del concierto, a las alturas de “Cuccurucucu”, la monada revienta y se apelotona contra el escenario y levanta las manos para que Franco se las toque.
Y el abuelo baila, y baila, y toca todas las manos.
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