Jueves, 11 de julio de 2013 | Hoy
TEATRO
El director, autor y dramaturgista Edgardo Dib está entre los que no desertan de los clásicos argentinos y europeos ni de los textos fundamentales. De ahí nacen sus obras La casa del campo (allegro pianísimo), versión de Tío Vania, de Anton Chéjov; Yago, escena para un crimen (de Otelo, drama de William Shakespeare), de la que es coautor; y La casa Alba o la otra orilla del mar, sobre La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca. Su próximo estreno en Buenos Aires será una dramaturgia basada en Saverio, el cruel, de Roberto Arlt. Conectado con el teatro de provincias, mantiene desde hace veinte años una creativa convivencia con actores de su natal Santa Fe: “Ellos creen en mí, cuidamos esta unión y sabemos para dónde vamos”. Dib privilegia la escritura en escena y descubre paralelos en los clásicos. “Lo que cuenta Anton Chéjov sobre la idiosincrasia rusa de su época tiene puntos de contacto con nuestro realismo grotesco –precisa–. A los personajes de El jardín de los cerezos les suceden cosas absurdas, y pelean por una copa de vino con la misma desesperanza con la que pelean por cuestiones profundas. Tampoco sus problemas nos resultan tan lejanos. En El jardín... y en Barranca abajo, del rioplatense Florencio Sánchez, el arrebato de una propiedad a una familia por una crisis financiera y económica es semejante. También por eso estas obras y sus autores son clásicos.”
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