El foco que la Sala Lugones hace a partir de hoy en Matías Piñeiro es contemporáneo de la repercusión que el cine de este realizador porteño está teniendo en el exterior. Viola se estrenó tres semanas atrás en la Film Society del Lincoln Center, en Nueva York, con muy buena repercusión de público y crítica. “Todo empezó cuando me la pidieron del Festival de Toronto, el año pasado”, dice Piñeiro. “El crítico Dennis Lim, que está desde hace un tiempo a cargo de la programación de la Film Society, decidió estrenarla allí, en una salita con capacidad para cien espectadores. Agotó localidades las tres primeras noches, y ahora está en cartel en otra sala neoyorquina. Se exhibe cuatro veces diarias todos los días, como cualquier estreno comercial. En términos de cifras no es una cosa de locos, pero yo no pienso mis películas para públicos gigantescos. Las críticas fueron muy elogiosas, por suerte.” Basta revisar las de The New York Times, The Village Voice, la revista especializada Film Comment o la edición neoyorquina de Time Out para verificarlo. “Hay conversaciones para estrenarla también en París”, agrega el realizador. “Pero las estoy estudiando. La propuesta que me hicieron me parece muy leonina, y la verdad que en ese caso prefiero que no se estrene. Prefiero seguir sintiendo que la película es mía, como hasta ahora, y no que se vea en París al precio de dejar de serlo.”