Sábado, 3 de agosto de 2013 | Hoy
CULTURA
Algunas de las reflexiones que Eduardo Galeano abre en las dos entrevistas que incluyen los DVD de la serie Los días de Galeano:
- “Yo tuve una infancia muy católica, ya en la adolescencia tuve una crisis donde se me enredó todo: fui anarquista, socialista, leí El capital de Marx en grupo... Soy de los pocos seres humanos que han sobrevivido a esa doble experiencia: leí la Biblia y El capital. Y aquí estoy, soy esa mezcla. ¡No soy nada recomendable como mezcla!”
- “Roque Dalton, el poeta más importante de la historia de El Salvador, y uno de los grandes poetas de América latina, sin ninguna duda, era un gran jodón. Un tipo con un sentido del humor y del amor colosal, era un volcán en erupción continuo, divertido. Murió de muy mala manera, porque lo mataron sus compañeros de la guerrilla de El Salvador, le pegaron un balazo mientras dormía. Creo que por eso, por ser así como era, un tipo que no había nacido para obedecer ni para repetir, un tipo que había nacido para crear, para ser libre. Lo mataron por delito de discrepancia. En este libro hago un texto de homenaje a Roque que termina diciendo: criminales, porque matan para castigar la discrepancia, son tan criminales como los militares que matan para perpetuar la injusticia. Aunque se llamen revolucionarios y sean civiles.”
- “El poder tiene una mala costumbre, transmitida de siglo en siglo, de negación de la diversidad. Este libro (Los hijos de los días) intenta ayudar a recuperar los múltiples fulgores del arco iris terrestre. Somos más de lo que nos dicen que somos, y uno de los factores que nos han dejado ciegos de nosotros mismos y de nuestra enorme riqueza cultural ha sido el racismo de los que pregonan la victoria de la civilización sobre la barbarie. Para ellos es barbarie todo lo que no se les parece. Es la condena del otro, del diferente.”
- “Es verdad que muchas de las religiones –al menos las tres que comparten un mismo dios, la judía, la cristiana y la musulmana– han maltratado mucho a las mujeres. Eso es cierto y lo sigue siendo hasta nuestros días. Pero con los laicos no les ha ido mucho mejor. En la Revolución Francesa, cuando una mujer cometió la insolencia de proponer una declaración de los derechos de la mujer y las ciudadanas, después de la declaración de los derechos del hombre y los ciudadanos, le cortaron la cabeza en la guillotina. La Revolución Francesa también prohibió que las mujeres hablaran, discutieran con los hombres. Y cuando alguna se salía de su papel de proveedora de buenos soldados para la causa de la revolución, la mataban. Las mujeres han sido muy maltratadas en la historia de la humanidad. Ya desde Eva... ¡Resulta que la culpa la tenía ella!”
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