Domingo, 17 de noviembre de 2013 | Hoy
MUSICA › NUEVO ALBUM DE MCCARTNEY
Por Eduardo Fabregat
“Queridos, lo siento si no volví antes, pero estuve ocupado”, dice un tal “Paul” en las notas de New, el disco que cayó por las bateas casi al mismo tiempo que el nuevo lanzamiento Beatle. ¿McCartney compitiendo con McCartney? Otra vez, con los muchachos de Liverpool nunca es demasiado. Pero es un lindo moño que el bajista y cantante suene en ese On Air de los años ‘60 y en este disco registrado en el siglo XXI, que lo encuentra en plena forma. No es una expresión de deseos: las trece canciones registradas en estudios de Los Angeles, New York, Sussex y, claro, el londinense Abbey Road producen una impresión mucho más favorable que el nostálgico ejercicio de Kisses on the bottom. Continúan una línea ascendente que, con discos como Driving rain y Chaos and creation in the backyard, coloca al Beatle a mejor altura que ciertos álbumes fallidos de los ’90 en los que pareció estacionado en una fórmula rutinaria.
¿Es que no hay fórmula en New? Para un tipo como McCartney no debe ser fácil ponerse a componer: más de medio siglo enlazando acordes y notas dejan sus manías. Pero evidentemente Paul tiene cuerda suficiente. Y si “Queenie eye” o la demoledora “I can bet” suenan beatlescas... bueno, ocurre que este señor es uno de los dueños de la patente. Y en sus manos lo beatlesco tiene la autenticidad que les falta a varios “inspirados” por los Fab Four. Más allá de las obvias consideraciones sobre la identidad del zurdo con el bajo violín, lo cierto es que el 16º álbum estrictamente solista de Paul (no se cuentan, claro, los discos con Wings o Ram, firmado junto a Linda McCartney) es una excelente manera de continuar la onda Beatle de estos días.
En ello contribuye algo esencial: Macca tiene banda que le haga el aguante. Lo mismo que pudo apreciarse en el escenario de River aplica a la concreción de grandes títulos como “Save us”, “Alligator”, “Everybody out there”, “Save us” y el single “New”. El baterista y cantante Abe Laboriel Jr. y los guitarristas Rusty Anderson, Paul Wickens y Brian Ray son hoy una pared en la cual Paul hace rebotar y crecer ideas, que se convierten en momentos musicalmente contundentes. Por eso se vuelve anécdota todo el ruido generado alrededor de los cuatro productores que participan en New: al no poder decidirse por ninguno, Macca integró a Mark Ronson, Paul Epworth, Gilles Martin y Ethan Johns, pero eso no convirtió a su disco en un Frankenstein incoherente, y tampoco es de mucha utilidad andar buscando la referencia sonora. Las nuevas canciones de Paul no suenan a “el productor de Amy Winehouse” o “el hijo de George Martin”. Suenan a McCartney, y punto. Un McCartney que, a los 71 y con todas las mañas del viejo zorro, aún sabe cómo se hacen las cosas, y que parezcan nuevas.
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