¿Cómo compone un baterista? En general, el origen de las canciones llega desde un piano o una guitarra.

–No creo que se entienda de afuera, porque ni siquiera yo lo entiendo mucho (risas), pero tuve que hacerme de un método artesanal. Primero, porque no hay método, algo que yo no sabía, y segundo porque en mi caso, siendo baterista, estoy contando con un instrumento que no me permite armar ninguna melodía, ninguna armonía, nada. Y a la guitarra la abandoné hace años, cuando hacíamos la parte acústica con Luis en Invisible (“La azafata del tren fantasma”, “El diluvio y la pasajera”) o en “Descalza camina”. Pero ahora dependo de una idea y quizás ésa sea la manera que me lleva bien: dejar madurar una idea en la cabeza y que vuelva en forma de canción.

–¿Y la letra?

–A veces baja con letra, a veces no. O a veces me baja una letra que no tiene música, entonces diseño y desarrollo el leitmotiv y después busco a uno de mis secuaces para que me lo establezca: está en tal tonalidad, éstas son las notas, y lo dejo ahí. Por otro lado, ese mismo afán de desarrollo, que es mi métier por excelencia, me hizo aprender que, más allá de lo musical, cuando vos escribís una letra, por algún motivo hay un hilo que te lleva a ensuciar el papel en blanco.

–¿Y en lo musical?

–Trato de retener y retener una idea, hasta que llegue un compañero y me la guarde. Al principio lo vivía más conflictivamente, pero ahora ya lo vivo como una especie de proceso de entrenamiento.