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Miércoles, 12 de julio de 2006

DANZA

La cocina del musical

Ricky Pashkus es un apasionado de la comedia musical. Desde 1984 trabaja como coreógrafo de obras (comenzó con Autógrafos, de Carlos Gianni), programas televisivos (el de Tato Bores y Carlos Perciavalle, entre ellos) y director de las versiones nacionales de algunos exitosos musicales de Broadway, como 42nd Street, Te quiero, sos perfecto... cambiá y Los productores. También se hizo conocido por su labor primero con Pepe Cibrián y luego junto a Julio Bocca y su fundación-escuela. Lleva más de 20 años intentando contagiar esa pasión por el género musical y ahora cosecha lo que ha sembrado, ya que para él “ya se armó el bolonqui”. ¿Cómo ve este experto el futuro de la comedia musical argentina? “Sin duda Argentina, México y Brasil son las tres únicas sedes del género en Latinoamérica”, explica. “Esto tiene que ver con la economía. El presupuesto básico es uno de los mayores obstáculos: entre los derechos de autoría que hay que pagar y la gran producción, la entrada a 20 dólares no te permite recuperar la inversión.” Pero la Argentina no sólo se encuentra a la cabeza por tener un público que puede abonar su entrada a precio dólar a pesar del 3 a 1. “Con el IUNA y la Fundación Julio Bocca –sigue Pashkus– en los últimos diez años aparecieron grandes artistas de comedia musical. Antes, las bailarinas de la revista eran chicas lindas pero que no bailaban; hoy son egresadas del San Martín. Ya no me parece sincero decir ‘acá nadie canta, baila y actúa’. Si no, miren a Elena Rogers, que es la protagonista de Evita en Londres, y salió de esta cocina.”

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