Llegué al taller de Guillermo Saccomanno hace seis años de la mano de Angela Pradelli. Parafraseando el slogan de aquella campaña antidrogas, el taller de Saccomanno “es un viaje de ida”. Uno no regresa de ese viaje, y si regresa no es el mismo. Esto puede sorprender a quienes asocian “taller literario” con un pasatiempo de gente que un día descubrió que “tenía ganas” de escribir. Porque claro, hay talleres de los unos y de los otros. Uno elige. Y si lo que tenía era solamente “ganas”, mejor que elija bien porque maestros como Guillermo se las van a sacar muy pronto. No sólo desmenuzando cada texto con la precisión de un cirujano, sino además dando las herramientas para poder operar con las propias manos y exigiendo que las usemos. “Para la próxima leete todos los cuentos de Chéjov, pero de la antología de Richard Ford, el decálogo de Quiroga, El narrador de Benjamin, de Proust apurate con el primer tomo que el grupo va por el segundo y, si los encontrás, los diarios de Cheever. Bueno, si no empezá con los de Kafka que yo para la próxima te traigo los de Cheever de Gesell”. Sí, para empezar, porque después vienen los consejos particulares, esos que van directo a la escritura y al texto de cada uno de los que nos juntamos todos los miércoles a leer y a escuchar lo que escribimos: para uno los primeros cuentos de Briante y de Castillo, para otro Philip Roth, para otro Bernhardt, y no cualquier novela de Bernhardt sino una en particular, exactamente aquella donde quien lo necesite va a encontrar una estructura, un tono, una forma de resolver el problema con el que se está enfrentando su escritura.

De lo mucho que aprendí con Guillermo acerca de la literatura y el arte de escribir valoro especialmente aquello que sólo un maestro puede trasmitir: que para ser escritor no es necesario haber sido editado, ni que haber sido editado te convierte en escritor, que los premios ayudan sólo si sirven para seguir escribiendo y que escribir es un acto político en el único sentido de la palabra.

* Autora de Las viudas de los jueves, premio Clarín de Novela 2005.