Domingo, 16 de marzo de 2014 | Hoy
CULTURA › OPINIóN
Por Silvia Baron Supervielle *
El Salón del Libro de París, dedicado este año a la Argentina, es un acontecimiento trascendental para la literatura de ambos países. Muchos libros han sido traducidos y publicados para este momento y los editores proyectan la traducción de muchos otros. Este año, además, es el centenario del nacimiento de Julio Cortázar y de Roger Caillois, su primer editor en Francia. Los intercambios literarios entre Francia y Argentina resurgen brillantemente y me recuerdan los años de Sur y de Victoria Ocampo. Por otro lado, hasta ahora, en lo que me atañe, me sentía dividida entre dos orillas, una allá en la Argentina, la otra aquí en París. ¿La causa? En primer lugar porque escribo en francés. Tal vez para arraigarme, o porque mis amigos franceses deseaban leer mis textos, redactados en español, un día me animé a escribir poemas en francés. Y cómo se publicaron enseguida me ataron a la Ciudad Luz. No por ello me volví una escritora francesa. No por ello perdí la memoria, ni mi propia imaginación, donde se reflejan los libros del sur de nuestra América. No por ello no seguí siendo argentina. Un país es la infancia; y en mi caso, cuando atravesé el Atlántico, ya había pasado desde hace mucho tiempo ese período. Y eso nadie ni nada puede dividirlo. Lo que divide son las clasificaciones exteriores, prácticas, casi lógicas. Porque si la distancia sobre el mar separa, también reúne magníficamente.
Desde mis primeras publicaciones lo dije: soy una escritora del Río de la Plata que escribe en lengua francesa. Simultáneamente, transbordé al francés a mis poetas preferidos. Fue una manera de descubrirlos desde aquí: Borges, Pizarnik, Juarroz, Cortázar, Calveyra, entre muchos otros. Me acompañaron a lo largo de los años, el español y el francés canjeando sus acentos. Fue una manera de no perderme en un mundo cultural pleno, y ajeno. Y de conservar las dos lenguas. Pero ahora, a raíz del Salón del Libro, me ha sucedido algo milagroso. A causa de un espíritu abierto e inteligente, he sido invitada a participar en él como argentina. De pronto, se juntaron los dos países y aquí y allá son alas de un solo vuelo. Agradezco a los organizadores de haber realizado algo tan inesperado: devolver a mis pasos la orilla reunida.
* Escritora, poeta y traductora.
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