LITERATURA › OPINIóN
› Por Susana Rinaldi *
Este mes de marzo nos ofrece –a los argentinos predispuestos a recibir halagos–, una realidad, se me ocurre insoslayable, para celebrar, que alguna vez nos hace falta. Sin que miremos de reojo, por las dudas, como solemos hacer. El hecho sucede en París, en los avances de la Puerta de Versalles, y es la gran exposición del libro que este año está dedicada a Argentina y, en ella, a sus creadores literarios. Se trata de una realidad cultural que moviliza a buena parte de la humanidad. Aquellos que tuvimos la aventura de vivir hace más de 20 años por estos lares, sabemos de qué gran importancia hablamos y quizás por ello agradecemos especialmente la mirada que en esta oportunidad beneficia particularmente a los creadores intelectuales de nuestro país, representados en la memoria de Julio Cortázar.
En ese espacio del pensamiento universal, Francia recibió a su hermana de Latinoamérica con un respeto sin igual, pocas veces visto u oído, por lo menos por quien esboza estas líneas. Si bien es cierto que los nombres recordados en los discursos obligados, el del general De Gaulle y el del general Perón, son parte de la historia de nuestros países, no les quitaron protagonismo y reconocimiento a quienes hoy participan de esta gesta memorable. Las palabras que sustentan la historia de Francia, Liberté, égalité y fraternité, corroboran fuerza y realidad en el discurso del primer ministro, monsieur Ayrault, para saludar con entusiasmo inusitado la presencia de nuestra presidenta Cristina Fernández.
En escasas oportunidades, con una emoción contenida, nos ha tocado participar de un hecho que ponga de manifiesto el respeto y admiración de quienes reciben a una sociedad argentina que a través de la cultura pudo ejercer –aun en momentos de violencia y oprobio– su voluntad inquebrantable de defender los derechos de vida y pensamiento libres de toda fuerza represiva que pretenda ahogar su destino de paz y grandeza. En el stand del pabellón lucían como nunca las presencias de Borges, Sabato, María Elena, Victoria Ocampo, Soriano y Olga Orozco, que observaban como nosotros este homenaje conmovedor a nuestras excelencias del intelecto. De manera que aquellos que tuvimos la posibilidad, en años de miedo, de encontrar refugio y protección en esta bendita tierra que nos abrazó para siempre, agradecemos con orgullo y dignidad en las palabras de nuestra inmejorable Presidenta de la Nación Argentina este merecido agradecimiento. Como se dijo entre risas y aplausos, ¡Vive l’ Argentina! ¡Vive la France!
* Cantante y legisladora porteña.
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