A Rep se lo conoce como dibujante de humor; lo de Bellas Artes, ¿es humor? Podría decirse que no, porque esa comicidad no se vuelca sobre el autor de la humorada (de acuerdo con la definición de Freud, de Pirandello...) y tampoco tiene la comicidad de la ironía o del chiste, que aparece cuando nos burlamos de otros. Rep mismo dijo en un reportaje algo así como que empezó esos trabajos sobre Grandes Obras probando los alcances de un juego, el de pasarlas a una condición lineal que hasta ese grado nunca tuvieron; como todo artista, podría decirse también, cuando vuelve sobre lo ya hecho para empezar de nuevo; porque mientras el hacer siga, siempre traerá algún requerimiento de novedad o de replanteo. Si no, la obra habrá terminado, y en lugar de la línea vendrá el punto: cosa difícil de aceptar en este tiempo, en que el borde y el límite se empeñan en formar parte del juego.

Y en Bellas Artes la Obra del Arte es invitada a un juego que siempre está entre la imagen y la palabra: la línea que buscó la obra marcando formas y volúmenes la acercó también a temas y motivos que pueden ser de la cotidianidad, de la política. E igual y al revés, en el humor diario de Rep lo que estaba en el camino de la información y de su crítica llega a confesarse juego estético, hasta el punto de que la palabra escrita puede quedarse en trazo a compartir, en efecto partido de la mirada del que va a leer. Tal vez los dibujos de Rep se estén haciendo cargo de la necesidad contemporánea de ese ida y vuelta.

* Semiólogo y escritor. Entre sus muchos libros y artículos se incluye Leyendo historietas, que reúne sus reflexiones sobre la disciplina.