Jueves, 14 de agosto de 2014 | Hoy
CINE
“No sé cómo sucedió, fue casi imperceptible. Llevábamos unas tres semanas de rodaje y se acababa la jornada. Me quedaba una última toma y me había sentado en el tocador del camarín portátil a peinarme, cuando entró Bogie a despedirse. Se colocó a mi lado, bromeamos como siempre y de repente se inclinó, me puso la mano debajo de la barbilla y me dio un beso. Fue algo impulsivo, era un hombre un poco tímido y no el típico depredador. Sacó una caja de fósforos gastada del bolsillo y me pidió que le escribiera allí mi teléfono. Se lo anoté, no sé por qué, me pareció casi parte de nuestro juego.
Bogie se cuidaba mucho de no tener un trato demasiado personal y tenía fama de no hacerse el tonto con las mujeres, ni en el trabajo ni en ningún otro lado. No era de ésos, y además tenía una esposa conocida por lo mucho que bebía y lo peleadora que era. No le di más vueltas al asunto, me bastaba con ser tan feliz y disfrutar tanto de la vida. Lo único que me importaba era ir a los estudios y trabajar, ¡las horas que tenía que dormir me parecían un simple estorbo! Desde el principio de Tener o no tener, a medida que Bogie y yo comenzamos a conocernos mejor, a bromear cada vez más, a divertirnos más juntos, las escenas fueron cambiando, nuestra relación salió fortalecida en la pantalla y fuimos acercándonos sin darnos cuenta.
De forma gradual, fui prestando menos atención a Hawks y más a Bogie. La forma en que se construían las escenas facilitaba ese cambio. Estoy convencida de que desde el principio Howard advirtió que surgía algo entre nosotros y lo aprovechó para la película. Cuando acabé el trabajo el día del número de teléfono, hacia las once de la noche sonó el teléfono. Era Bogie. Se había tomado un par de copas, había salido y quería saber qué tal estaba. Me llamó Slim y yo a él, Steve, los apodos que se ponían los protagonistas en la película. Bromeamos un rato y al final me dio las buenas noches y me dijo que ya nos veríamos en el plató. Eso fue todo, pero a partir de aquel momento nuestra relación cambió.”
* Fragmento de Por mí misma, libro de memorias publicado en 1978 por Editorial Salvat.
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