Martes, 9 de septiembre de 2014 | Hoy
LITERATURA
Jorge Franco dice que Gabriel García Márquez murió dos veces. “Me produjo más dolor cuando se supo que, aun estando vivo, no iba a escribir más porque se estaba desconectando de la realidad. Eso me dio una tristeza profunda porque me di cuenta de que habíamos perdido al escritor. Nos quedó debiendo al menos otro libro de sus memorias, faltó otro García Márquez por conocer, quedó una deuda pendiente –plantea el autor de Rosario Tijeras–. Luego murió el personaje, la persona, que a veces, confieso, daba un poco de lástima. De pronto se veía en él la sonrisa de alguien que ya no estaba allí, que estaba perdido. Entiendo que es complejo para un personaje como él y la familia, no puedo meterme en ese terreno. Murió en un momento en que sus obras han pasado la prueba del tiempo.”
–¿La literatura colombiana actual está escribiendo “contra” o “con” García Márquez?
–Ni “contra” ni “con”, porque es una literatura que asumió ese relevo de una manera natural por una cuestión de paso del tiempo. Yo, que pertenezco a una generación que no es la más nueva, leí a García Márquez cuando ni siquiera pensaba en ser escritor. Y así lo leímos muchos de mi generación, cuando teníamos 18 o 20 años y estábamos con la curiosidad de leer a García Márquez como a muchos autores del boom latinoamericano. Hay otro elemento, que es el cambio de escenario. Ya éramos escritores muy urbanos, de grandes ciudades, muy desconectados de lo rural. Y creo que la literatura de García Márquez tiene una conexión muy directa con lo rural, por el espacio de su infancia, mientras nosotros estábamos viviendo una problemática social muy diferente. No hubo necesidad ni de un parricidio ni de una lucha por no parecerse a García Márquez. Hay que agradecerle que a partir de su figura y de su obra se empezara a mirar a Colombia.
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