Jueves, 27 de noviembre de 2014 | Hoy
CINE › VIGGO MORTENSEN HABLA DE SU PROTAGóNICO EN JAUJA, DE LISANDRO ALONSO
Fue Aragorn en El señor de los anillos y encarnó a Sigmund Freud en Un método peligroso, de David Cronenberg. Pero se sintió muy cómodo con el director de La libertad. “Me gustan sus tiempos, su forma de fotografiar los paisajes”, dice Mortensen.
Por Oscar Ranzani
Desde hoy, al actor estadounidense Viggo Mortensen se lo podrá ver nuevamente en una película argentina. Tras su debut en el cine nacional con Todos tenemos un plan (2012) –un thriller psicológico donde componía a dos hermanos gemelos–, ahora es el turno de Jauja, de Lisandro Alonso, que tuvo su première mundial en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, donde ganó el premio de la crítica (Fipresci). “Me gustó mucho”, reconoce Mortensen sobre el guión escrito por el poeta argentino Fabián Casas. El actor, hijo de un danés y una estadounidense con quienes vivió en la Argentina entre sus dos y sus once años de vida, viajó especialmente a Buenos Aires para participar del lanzamiento del quinto largometraje del director de La libertad y Los muertos, previo paso por el Festival Internacional de Mar del Plata, donde Jauja integra la Competencia Internacional. “Tengo suerte de haber trabajado con directores talentosos de Argentina y de haber hecho dos películas que son, a mi modo de ver, muy buenas y muy singulares, con una visión muy particular del autor en cada caso, como son la de Lisandro Alonso y la de Ana Piterbarg”, explica el hincha de San Lorenzo más famoso que, en el poco tiempo que estará en el país, aprovechará para conocer la Copa Libertadores conquistada este año por el equipo azulgrana. “Pero queremos la otra, la del Mundial de Clubes”, reconoce con una sonrisa el hombre que representó a Aragorn en El señor de los anillos, de Peter Jackson.
Jauja no sólo es la segunda película argentina en la que trabaja Mortensen sino también la segunda en la que se involucró nuevamente como productor. Incluso, fue el compositor de la música que suena en el film. Dice Mortensen que apreciaba el cine de Alonso antes de conocer personalmente al cineasta. Es que había visto sus tres primeras producciones: La libertad, Los muertos y Fantasma. “Lo conocí en 2006 en el Festival de Toronto. Justamente él estaba presentando Fantasma y yo la española Alatriste y hablamos un poco”, recuerda Mortensen. Unos años después, en 2011, mientras el actor estaba en el Tigre rodando Todos tenemos un plan, habló con su amigo Fabián Casas. “Estamos armando una historia con Lisandro Alonso”, le comentó el autor de El spleen de Boedo, también un “cuervo” fanático.
Y el último día del rodaje, Alonso se acercó al Tigre. “Hablamos un rato y me contó la base del cuento, que me pareció muy interesante desde el vamos porque es una base clásica para un cuento de aventuras, de búsqueda. Y conociendo el cine de Lisandro, sabía que era como si contara un cuento de John Ford, de Howard Hawks o Andrei Tarkovski. Y eso me gustó”, reconoce Mortensen. Ambientada en el siglo XIX, durante la Conquista del Desierto, Jauja presenta la historia del capitán danés Gunnar Dinesen (Mortensen), quien además de militar es ingeniero agrimensor. Llega a la Patagonia argentina con su hija, que se fuga con un joven soldado, y su padre sale en su búsqueda. Pero ese viaje por los desolados paisajes del sur argentino se convertirá también en un recorrido personal, en una búsqueda interior.
–¿Qué es lo que aprecia del cine de Alonso?
–Me gustan sus tiempos, su forma de fotografiar los paisajes. Tiene unos ritmos y una vista del paisaje y de los seres humanos dentro del mismo bastante singular. Y lo que hace Lisandro en todas sus películas, y también en Jauja, es algo muy original, muy suyo, sin aparentes referencias cinematográficas ni literarias directas a nadie ni a ninguna otra obra. Eso es difícil de hacer. Hace una película como Jauja sin quedar como un tipo pretencioso, demasiado referencial o intelectual. Lisandro hace el cine como lo ve. El encuadra, tiene unos tiempos como director que son distintos de los demás. Y además, el cuento escrito por Casas tiene un tiempo metafísico y existencial más allá de lo que se suele leer en guiones. De todos lados me encantó la experiencia.
–A usted le gusta definirla como un western existencial, ¿no?
–Sí, aunque eso se puede decir de muchos westerns. Si querés alargarlo, podés decir que todos los westerns y todas las películas tienen que ver con lo existencial. Pero acá claramente se están tratando temas como los que trata, por ejemplo, Interestelar, para hablar de una película reciente. Interestelar es una película que costó 200 o 250 millones de dólares. Alguien podría decir: “A mí también me gustaría rodar una película como ésa, pero no me dan ese dinero”. No hace falta. Todos esos temas de Interestelar se tratan por igual y, a veces, con más sutileza en Jauja. Salta las normas, sale fuera del tiempo lineal y trata temas como la familia, la lealtad, habla del humanismo. En el fondo, los temas son los mismos, pero hay una que está hecha con muy poco dinero y otra con mucho. Lo que tiene de bueno Lisandro es que él no duda. El quiere hacer cine y lo hace.
–¿Y qué diferencias encuentra entre trabajar en películas independientes, como Jauja y las grandes superproducciones?
–Tenés más tiempo, más margen, pero también tenés, en general, menos control. Si hay mucho dinero en juego tenés más financistas que, a lo mejor, no saben nada de cine. Tal vez les gusta ir al cine y han visto unas películas del cine clásico. Algunos saben mucho de cine pero, en general, no son tipos que se preocupen mucho por el lado artístico de la película sino sólo en lo que tiene que ver con recaudar las enormes cantidades de dinero que han invertido. Entonces, entiendo que ellos no quieran arriesgarse. Pero eso no quiere decir que no se hagan buenas películas caras. Justamente, Christopher Nolan es de los directores que han logrado, insistiendo en su visión, no venderse totalmente. El trabaja en el cine de alto presupuesto con muchísimos financistas dando vueltas, supongo, por el rodaje. Pero sin embargo tiene una visión original, uno sabe que es una película de Nolan. Dentro de los límites que tiene eso, es posible. Yo no digo: “Hago Jauja o Loin des hommes (la francesa de David Oelhoffen) o Todos tenemos un plan porque no quiero tener nada que ver con el cine de Hollywood”. No, no es verdad eso. He trabajado en películas de alto presupuesto que son buenas también y que tienen directores con una visión singular. Es posible. Es más difícil, pero es posible.
–¿Esta es la primera vez que compone música para una película en la que participa?
–Bueno, en El señor de los anillos: El retorno del rey hubo algo que yo sugerí: cuando al rey lo coronan, en el libro figura que él canta unas frases en élfico. Sus antepasados, cuando llegaron por primera vez a esa parte de la Tierra Media, desde el oeste, cruzando el mar, cantaron esas frases. Eso está en el libro. Yo les dije: “Sería bueno decir eso y además cantarlo”. Y me preguntaron: “¿Cuál es la melodía?”. Entonces, yo canté a cappella y ésa fue la melodía. Supongo que ésa fue la primera vez de una composición mía, que además está en los créditos. En el caso de Jauja también fue por casualidad, porque es muy raro que Lisandro use música, nunca lo hace en su cine, a menos que salga una canción de una radio casualmente durante una escena, pero normalmente no pone música. Y en un momento de transición importante de la película, cuando mi personaje se duerme bajo las estrellas, Lisandro dijo: “Cuando se despierta todo cambió”: el clima, el estado mental del tipo, el paisaje. Entonces, quería usar música. Sabiendo que no teníamos dinero para decirle a Bob Dylan “Hacenos una canción” y que era algo que hacía falta hacerlo rápido, entonces, yo le dije a Lisandro: “Tengo unas cosas que se parecen a lo que vos estás hablando y describiendo, algo lírico y con un poco de guitarra”. O sea, fueron melodías que había compuesto anteriormente. Le pasé un montón de cosas y le gustó ésa. Y me parece que encaja muy bien.
–Esta fue la primera vez que Alonso filmó con actores profesionales. ¿Qué diferencias notó de su trabajo con los actores respecto de los de otros directores como Peter Jackson o David Cronenberg, por ejemplo?
–A pesar de ser su primera vez con eso, yo lo encontré muy dotado. Y fue de mucha ayuda para mí y para los otros actores, porque él comunica con claridad, sin miedo. Y si un actor tiene una idea, él la escucha y la considera. Está muy abierto a lo que se le pueda ofrecer de parte de los actores o de su equipo. Eso le honra como persona, pero es una cosa muy inteligente para un director. Como al final la obra va a ser del director o de la directora, ¿por qué tener miedo a las sugerencias? Pero hay muchos directores, incluso veteranos, con los que he trabajado, que son más inseguros y que cualquier pregunta o sugerencia es como una amenaza a su autoridad y a su reputación artística. Es una lástima porque se pierden mucho ahí. Lisandro es mucho más abierto e inteligente, sabe trabajar muy rápido y usar lo que hay ahí. Y sabe que siempre le puede ayudar una cosa inesperada.
–¿Cómo fue la construcción de un personaje más bien lacónico? ¿Cómo trabaja el actor en una película con tantos silencios?
–Bueno, al margen del papel que hice de Freud en Un método peligroso de Cronenberg, normalmente no me dan mucho texto. Yo he hecho muchos papeles donde me expresé a través de gestos, reacciones. Y eso no me preocupa. La base de toda buena actuación es la buena reacción. Empieza ahí. No es preciso tener palabras, pero también me gustó hacer de Freud. Me encantó que, para Freud, las armas para atacar, para defenderse, para seducir fueran las palabras. Si sabés quién es tu personaje, no importa que no corten, que sigan rodando: lo importante es comportarse como el personaje. Yo siempre tuve en mente que mi personaje en Jauja era una persona ordinaria en situaciones extraordinarias, o ante un de-safío extraordinario. Ahí empieza un buen drama para mí. Y más cuando tenés saltos en el tiempo. En el lado metafísico del cuento, uno no puede actuar (pone cara de perdido): “Estoy perdido en la nada”. Es más importante que sea como el espectador: una persona que está tratando de entender lo que está pasando y que trae cola a algo que pasó hace diez minutos.
–Si bien usted habla un castellano muy fluido y vivió varios años en la Argentina, en el film no pudo hacerlo como un argentino sino con el acento de un danés que habla español. ¿Eso le resultó complejo?
–Fue un poco raro al principio, pero después pensé: “Este tipo está hablando el castellano como mi viejo, que habla igual porque es danés”. Con mis hermanos siempre hemos imitado el acento de mi papá. Siempre nos ha parecido gracioso cuando habla castellano y cuando habla inglés. Es así de fuerte el acento. Y con mis hermanos, incluso, sin tener que hablar de mi padre, podemos hablar los tres con ese acento durante media hora. Yo pensé: “Bueno, es sencillo, tengo que hacer eso, usando palabras, un vocabulario que es propio de un campesino danés de fines del siglo XIX”. Puse el acento de mi papá y lo resolví.
–¿Leyó historia argentina para componer el personaje?
–Como me crié acá, me interesan la historia y la filosofía y también me gusta saber de dónde vengo y qué pasa en cualquier lugar donde voy, sea Argentina, Nueva Zelanda, Escandinavia o Estados Unidos. Y me interesan las verdades, lo mejor que pueda entenderlas. Y también aprender las historias de pueblos originarios de todas partes, no solamente de la Argentina. Y conocía también la situación poscolonial del Ejército Argentino matando por todos lados y haciendo lo que se habla un poco en la película.
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