“Cuantos más humanos hay, todo sale peor”, dice Sergio Rotman cuando se le menciona el nombre de Omar Chabán, el creador de Cemento y gerenciador de Cromañón recientemente fallecido. “Somos muchos tarados juntos. Es como cuando hay demasiadas hormigas y revienta el hormiguero. Es una brutalidad que habla de la decadencia y el fin de una civilización que los chabones se hayan prendido fuego a ellos mismos y haya ido preso el alcalde de la ciudad. Es ridículo que la gente diga ‘no los mató el rocanrol, fue la corrupción’. ¿Qué corrupción? ¿Cómo pueden decir que Chabán cerraba las puertas? ¡Hijos de puta, digan que si no las cerraba se les metían todos por ahí! Y se murió, el chabón... Tampoco es que fueron los pibes de Callejeros: fueron los que prendieron pirotecnia y los de al lado que no los bajaron de una piña. Se tuvieron que morir doscientos para que en el show de La Renga hicieran ‘Ehhhh’ cuando prendieron una bengala... y se murió uno igual. ¿Qué le echan la culpa a Chabán? Es terrible la mentira, lo de la puerta y la corrupción. Obvio que el bombero es un idiota que va a arreglar por debajo de la mesa. Pero, ¿dónde vivís, flaco? ¿En Dinamarca? Si sabés que las cosas son así... Chabán se murió en una cárcel y no tuvo nada que ver. En ningún momento tuvo culpa de nada. Sí, podría haber dicho ‘hijos de puta, paren’... ¡que fue lo que hizo! Pero esa gente somos nosotros: yo he ido a ver Banfield-San Lorenzo en cancha de Banfield. Somos horrorosos los humanos.”

–¿Cómo era su relación con Chabán?

–No tenía tanta como Gamexane, pero casi. Aquietada por los seis años en que me fui a vivir a Puerto Rico, claro. No fui a verlo a la cárcel: tendría que haberle llevado un papel en el que le pidiera perdón en nombre de la humanidad. Evidentemente, entre la muerte de Gamexane y la de Chabán es el fin de una etapa, de un concepto que nació en Cemento.